Del principio que tuvo el Instituto sagrado de la vida eremítica (ES)



Del principio y origen 

que tuvo el Instituto Santo  de la vida eremítica

 de nuestra Religión[1]

Jesús + María

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 Uno de los singulares beneficios que Dios ha hecho a esta santa Religión, ha sido, en estos tiempos postreros, a ver plantado en ella, o por decir renovado el espíritu eremítico que fue el primer instituto que en ella observaron nuestros primeros padres en el Monte Carmelo junto de la fuente de Elías y en otras partes de la Tebaida y Palestina y a lo que verdaderamente parece en estos tiempos dios ha renovado este espíritu, con tanto vigor y perfección como lo estaba en aquella florida edad de nuestros mayores, y si dijésemos que por ventura ha sido con más ventaja en los ejercicios y profesión de la vida eremítica que era entonces, no haríamos agravio a aquellos primeros fervores, porque si entonces guardaban silencio desde dichas vísperas hasta dicha tercia, el que ahora en estos tiempos se quería es perpetuo sin excepción ninguna, no sabemos que nuestros padres antiguos anduviesen descalzos, durmiesen en tablas y tuviesen otros ejercicios rigurosos de penitencia en aquellos desiertos santos, pareciéndoles que la soledad y oración suplían muchas de estas cosas aunque es cierto que tendrían otras cosas penales para macerar la carne pero ahora retoñece todo aquello y mucho más de lo que nuestros padres santamente observaron. Ha sido sin duda esta singular gracia y privilegio concedido del Altísimo a esta sagrada religión, y por ventura no sin particular misterio, por que como se colige de las Sagradas Letras el grande profeta Elías, Padre y fundador de esta Religión, (como actores gravísimos enseñan) haya de venir a la fin del mundo, a hacer guerra contra el Anticristo, muy conforme parece a la Divina providencia que los hijos de Elías en estos últimos tiempos se retiren a los Desiertos a profesar el instituto de vida que el Santo Profeta observó y que de 
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de ahí salgan como leones abrazados en fuego de amor divino a predicar el Evangelio, como hijos de Elías, y a dar su vida en defensa de la verdad contra la falsedad y engaños del Anticristo.
Podemos también añadir verisímilmente que esta gracia y beneficio haya sido impetrado de Dios por las oraciones de Nuestra Santa Madre Teresa de Jesús la cual, como tan celosa de la nueva reformación que con el sudor de su rostro y tan extraordinarios trabajos en su vida fundó, pareciéndole que este edificio a penas se podía conservar sin algunos  apoyos y espirituales estribos como la experiencia enseña, porque el tiempo no solamente consume y acaba los materiales edificios y las otras cosas sujetas a muerte y corrupción, sino también aun aquellas que le son superiores, cuales son las espirituales, las menoscaba, disminuye o relaja del fervor primero. Bien es de creer que Nuestra Santa allá donde está, como sabidora de lo que por experiencia se ve,  habrá alcanzado de Nuestro Señor la perpetuidad de esta su nueva reformación por el medio más eficaz y más alto que los hombres pudieran imaginar, porque este Instituto de los desiertos de tal manera está unido y enlazado con los conventos de la nueva reformación que maravillosamente los unos a los otros se ayudan y dan las manos en orden a la conservación y perpetuidad de entrambos, porque de los conventos salen, como de un espiritual nido, los Religiosos de esta congregación a los desiertos donde comienzan a volar a la contemplación de las cosas divinas y celestiales, salen, digo, no todos los que lo piden, o pretenden que son muchos, sino aquellos que como más aptos son elegidos por los superiores. Estos son los que pasan de estas escuelas menores de la vida común y observancia que en los conventos se profesa, a las escuelas mayores de la 
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 vida solitaria y eremítica y del estado y ejercicios de gente, que camina a la perfección, suben a los ejercicios propios de los perfectos. Estos ejercicios de la vida eremítica, a muy pocos se conceden por toda la vida, porque esto sería privarse los conventos de los sujetos que más pueden ayudar en la Religión con su ejemplo o doctrina y no solamente no serían ayudados de los Desiertos como la Religión pretende antes serian poco a poco perdidos y arruinados y así el ordinario termino de los que van al desierto en un año, tiempo proporcionado y suficiente para que los que tienen principios de oración y ejercicios de virtudes. Con este tiempo puedan fundarse y arraigarse así en las virtudes solidas como en la oración, que es lo principal que allí se hace, pasado el año vuelvan adonde salieron llenos de riquezas espirituales con que aprovechan a sí y con su ejemplo y fervor a todos los demás. Y en esto resplandece más Divina providencia con que quiso proveer a esta congregación de nuevos soldados, que con su fervor y espíritu animan a los que en esta espiritual milicia están o flacos o cansados. También ha sido muy necesaria para los desiertos esta unión con los demás conventos porque si los desiertos estuvieran desmembrados de ellos fuera imposible que en ellos durase el vigor en el punto que ahora se profesa, porque o ya por las enfermedades o por la flaqueza de espíritu, o por lo que el tiempo de su parte remite era fuerza que dentro de breve espacio tuvieron los desiertos dentro de sí personas tales flacas, menesterosas y viejas y amargas fuesen muy fuertes no sé si fueran suficientes para llevar por muchos años tan grande peso y así fuera forzoso poner tal temperamento y moderación que no fuesen los desiertos cuasi diferentes de los demás conventos, pero como de nuevo, entra en el horno nueva leña arde siempre de la misma manera  
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 y ayuda mucho a esto el no estar ninguno allí contra su voluntad, el no haber enfermos, con quien contemporizar, porque todos se curan fuera de los desiertos, ni otro género de gente inútil que desayude y así estando todos sanos en el cuerpo, están fervientes en el espíritu, y siempre vienen nuevos ermitaños con menos fervores con que cada día se enciende más la fragua del amor divino. Estos son los moldes que Dios ha dado a la religión en estos tiempos para formar santos o a los nuevos varones profetas para gloria de Dios y conversión y aumento de esta sagrada Religión.
2°.  Para esta obra tan maravillosa y tan grande tomo Dios por instrumento o como el suele hacer no a los Padres que eran grandes santos en esta Religión como eran Nuestro Santo Padre Fray Juan de la Cruz, Nuestro Padre fray Nicolás de Jesús María, Nuestro Padre fray Agustín de los Reyes y otros mayores de marca, a los cuales parece, que mirado con ojos humanos, había Dios de escoger para semejantes obras. Antes para que toda la gloria fuese suya escogió un Religioso el menor de todos en edad, en años de Religión, y mucho más en la virtud que fue el Padre fray Thomas de Jesús, el cual fue el primero en quien Dios puso semejantes pensamientos, o por mejor decir inspiraciones de procurar que en la Religión se introdujese y plantase algunos monasterios en los desiertos en los cuales se profese la vida eremítica como antiguamente florecía entere nuestros primeros Padres. Era bien mozo el Padre en la edad y años de Religión, cuando Dios le solicitaba con estas inspiraciones. Estaba entonces en Sevilla leyendo la teología y muy de ordinario trataba con un Padre, siervo de Dios, de aquella casa de sus deseos y ambos discurrían largamente sobre las grandes conveniencias y utilidades que este modo de vida podía acarrear en la Religión. Vino en este tiempo a visitar los conventos de Sevilla aquel gran Padre de la Religión, fray Nicolás de Jesús Mar – que entonces era vicario general – y al Padre Fray Thomas pareció que esta era la ocasión más oportuna, 
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 que podía ofrecerse para tratar de este negocio, era la presente, y así puso por escrito algunas razones y conveniencias grandes que había en plantar en la Religión este modo de vida. Las razones eran bien eficaces y claras, pero como no había llegado la hora que Dios tenia determinada para su obra, hicieron poco efecto en el corazón de aquel gran Padre. Porque habiéndoselas presentado el Padre Fray Thomas para que las leyese, después de haberle hablado un rato sobre su intento. Después de leídas el Padre [Nicolás] le respondió que en ninguna manera convenía introducir este modo de vida en la Religión, porque los buenos y perfectos [frailes] que son las columnas de la Religión se irían a los desiertos y la Religión quedaría privada de los principales sujetos que le podían y debían ayudar. Verdaderamente esta respuesta fue muy a propósito en caso que los desiertos hubieran sido desmembrados del cuerpo de la Religión. Con esto el P. f. Thomas sin replicar palabra alguna tomo su papel que había dado al Padre Fray Nicolás y guardándolo para ocasión más oportuna y quedose con los mismos deseos y sentimientos que como eran de Dios no se apagaron tan fácilmente con la respuesta tan fría del buen Padre Fray Nicolás.
3°. Sucedió en este tiempo que por estar el P. f. Thomas muy enfermo en Sevilla a causa que aquel cielo le era muy contrario a su salud, le mandó la obediencia que viniese a leer Teología en Alcalá de Henares. Hicieronle vicerrector de aquel convento. Este era el titulo con que venía, pero Dios – como después se vio – le traía para mayores cosas. No habían pasados dos años que estaba en Alcalá, cuando Dios, al tiempo que el menos pensaba, abrió la puerta para comenzar de nuevo a proseguir la erección del Instituto eremítico en la Religión y fue de esta manera: un día estaba el dicho Padre en Alcalá revolviendo algunos papeles de cosas particulares que tenía guardaos en  un portafolio o 
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vademécum  por otro nombre y acaso entre otro papeles saco el mismo que había dado en Sevilla al Padre Fray Nicolás, en que se contenían las razones que probaban los grandes frutos y provechos que de este modo de vida eremítica se podían seguir en la Religión y déjaselo acaso sobre la mesa de los libros, salió el Padre [Tomás] de su celda a leer su lección. Entro el Padre Fray Juan de Jesús María, varón de singular santidad y virtud el que habías sido muchos años maestro de novicios en Pastrana, que entonces era superior y rector de aquella casa, se encontró con este papel, [se] lo leyó y [el contenido] le dio notable gusto y contento. Luego llamo al[2][1] Padre Fray Thomas y significóle mucho que le había contentado aquel papel y modo de vida de la que en él se trataba. El P. f. Thomas oyó esto con mucho gusto y alegría, y queriendo el Padre Rector leer el papel a todos en la comunidad, pareciéndole que era un papel devoto.  El Padre Thomas le pidió no lo leyese a todos sino a dos o tres, el uno era el Padre Fray Alonso de Jesús María, general que ahora es de la Congregación de España y el Padre Fray Francisco de Santa María, Prior que ha sido del convento de Granada, ambos discípulos del P. f. Tomás, los cuales eran personas de espíritu y de quien presumía que fácilmente abrazarían esto nuevo pensamiento. Trataron el Padre Fray Tomás con estos Padres de estos nuevos intentos y entre todos cuatro, en secreto iban prosiguiendo estas pláticas descendiendo en particular a aquello en que había más dificultad, conviene a saber dónde se hallaría quien diese el dinero necesario para esta obra como si aquí estuviese la mayor dificultad. Habló el Padre Fray Tomás al Señor Horacio de Oria  (Doria) que entonces era colegial mayor de Alcalá, persona muy noble y poderosa, y lo que no importaba menor, hermano del Padre Fray Nicolás de Jesús María, el cual respondió que como su hermano aprobase los intentos del Padre [Tomás], ayudaría muy de veras a esta obra. El Padre Fray Alonso de Jesús María ofrecía también la ayuda de su madre que era una Señora viuda y principal fundadora del convento de carmelitas descalzas que ahora   
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 está fundado en la ciudad de Cuenca. Era ya el tiempo de las vacaciones en que cesaban las lecciones del colegio y con estas buenas esperanzas de ayuda, aunque después no tuvieron efecto, acordaron entre todos que el Padre Fray Tomás se fuese aquel verano a Madrid para comenzar de nuevo a tratar de la fundación de la vida eremítica. Fue juntamente con él el y El Padre Fray Alonso de Jesús María, que era el discípulo suyo que más quería y que más fervor mostraba en andar en aquellos intentos. Y otro día después de su llegada comenzó muy de veras a tratar de su proposición y como ya el Padre Vicario General lo había despedido una vez, procuró el Padre Fray Tomás acudir a terceras personas para que le hablasen sobre esto. El primero fue el Padre Mariano el que viendo la dificultad de la obra, puso muchas en ella. El segundo fue un Padre Definidor General, llamado fray Tomás de Aquino, el cual mostró grande deseo de ver esta obra, pero poca inclinación o ninguna a hablar al Padre Vicario General sobre ella. Acudió finalmente dicho Padre Fray Tomás al Padre Fray Gregorio Nacianceno, persona muy religiosa y dotada de singular prudencia y talento, entonces prior [del convento] de Madrid y había sido dos veces provincial. Oyó atentamente  proposición del Padre Fray Tomás y dióle grande gusto y contento afirmándole que no habría cosa que no hiciese por ver plantado en la Religión un Instituto de vida tan perfecta, preguntándole al Padre Fray Tomás si había tratado de esto con el Padre Vicario General. Él le respondió que no se atrevía, porque no sabía cómo tomaría esta nueva forma de vida, callando lo que había pasado en Sevilla. Entonces el Padre Fray Gregorio que actualmente se estaba paseando en la huerta con el dicho Padre [Tomás], le dijo: Espéreme aquí que yo voy luego a tratarlo con Nuestro Padre. Hízolo el Padre como lo dijo y refirióle  brevemente como la causa del de la venida del Padre Fray Tomás a Madrid había sido para tratar de que la Religión diese principio a este modo de vida eremítica que tan deseada era de muchos. 
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De tal manera lo supo decir que en menos de un cuarto de hora el Padre Vicario General estaba tan ferviente como él. ¡O gran Dios como sabéis disponer las cosas que vuestra Majestad  quiere que se hagan por medios tan suaves y eficaces y como antes que llegue la hora que Vos tenéis determinada para las obras que tenéis ordenadas en vuestra eternidad, importan poco todas las diligencias e industrias humanas! Y por el contrario, cuando llega el tiempo que vos habéis dispuesto, todo se hace tan fácilmente y como entonces hacéis de las negligencias – diligencias, de los descuidos – cuidados y los medios que no tienen proporción con el fin les dais virtud y eficacia para que le alcancen. Quien dijera que un hombre de tan grande juicio y cabeza como era el Padre Fray Nicolás  tan fácilmente le había de mover a abraza una empresa tan nueva en la Religión, tan ardua en la ejecución y tan extraordinaria respecto de nuestra profesión? Pero como llego la hora de Dios, [Dios] allanó todas estas dificultades. Envió luego el Padre Fray Nicolás con el Padre Fray Gregorio Nacianceno a llamar al[3] Padre Fray Tomás que actualmente estaba esperando la respuesta en la huerta donde le había dejado. Fue luego hízose de rodillas delante del Vicario General y el con mucha alegría y contento le dijo: “Señal es que vos me tenéis a mí por relajado pues no venís  de primera instancia a darme parte de estos intentos”. El Padre Fray Tomás respondió: como su Reverencia miraba las cosas con tanta prudencia, él no se había atrevido venir delante su Reverencia antes de tratarlo primero con otros Padres graves de la Orden. El buen Padre Fray Nicolás le abrazó. Comenzó entonces con grande espíritu a loar este modo de vida diciendo que era la cosa que más había deseado verse a solas con Dios y poderle hablar a voces sin testigo. Creció el fervor y enciendióse en un gran deseo de dar principio a esta obra y luego que el fuego prendió en la cabeza fácilmente [4]
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1. Todas las razones se reducían al persuadir como el instituto de la vida eremítica era y había sido siempre propia a Nuestra Religión y que en la Regla que ahora se observa en la Religión ella de Alberto Patriarca está expresado este modo de vida eremítica y que así será bien practicásemos en esta parte Nuestra Regla (así mismo) con que al Instituto de Nuestra Religión será altísimo y perfectísimo, quitando los peligros que tiene la vida común y cenobítica y los que se hallan en la vida puramente solitaria, de suerte que habiendo de estar debajo de la obediencia de un superior y gozando del silencio y soledad, vendría este modo de vida a tener las flores así de la vida solitaria y común sin las espinas y peligros y ocasiones que en cada una de estas vidas se hallan.
2. Ponía también el deseo de muchos siervos de Dios que en la Religión estaban continuamente aspirando a la vida solitaria y algunos en esta parte tentados de partirse a la Caruja.
3. Item, El consuelo que sería para muchos
4. El provecho y fruto para la Religión para poder formar hombres de gran espíritu y oración
5. La utilidad y singular fruto que se seguiría a los demás contentos con la mutua comunicación de los desiertos
6. Finalmente, representaba otras grandes utilidades para la Religión las cuales al presente se ven y palpan por la experiencia.
Las razones eran bien eficaces estas.
Hermano Jacent

Transcripción: M. J. Janecki



[1] Dicho manuscrito, único testigo textual de este relato, se conserva bajo la signatura Plut. 83/H/3 en el Archivo Silveriano en el convento de los carmelitas descalzos de Burgos con el título Del principio que tuvo el Instituto sagrado de la vida eremítica y primeras gestiones del P. Tomás de Jesús ante el P. Doria. 5 ff. ms. (ca. 1610).
[3] En el original el.
[4] Aquí se acaba el relato de Tomás de Jesús, faltando los siguientes folios del manuscrito. La hoja que se encuentra en la misma carpeta y relata las conveniencias de introducir la vida eremítica en la Reforma Teresiana es de otro formato y otra letra.



[1] En el original al.
[2] Aquí se acaba el relato de Tomás de Jesús, faltando los siguientes folios del manuscrito. La hoja que se encuentra en la misma carpeta y relata las conveniencias de introducir la vida eremítica en la Reforma Teresiana es de otro formato y otra letra.


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