Żywot Tomasza od Jezusa (ES)



José de Santa Teresa


Vida del V. P. Fr. Tomás de Jesús

CAPÍTULO I

Patria, padres y estudios del V. P. Fr. Tomás de Jesús, fundador de muchos Conventos en ambas Congregaciones

[p. 675]
1. Tan falto me hallo de caudal para pagar a los meritos crecidos del V. P. Fr. Tomás de Jesús deuda de su alabanza, y perpetuidad de su memoria, quanto lleno, y sobrado de obligaciones para hazerlo. Fue de los hijos mayores [p. 676],  que ha tenido la Religión y el que después de sus dos primeros padres, Teresa y Juan, que le dieron el ser, más la ha ilustrado. Porque si algunos lo hicieron con sus virtudes, otros con sus escritos, y muchos con su acertado gobierno, y no pocos los que con grandes trabajos la procuraron dilatar dentro y fuera de España, en el Padre Fray Tomás concurrieron todos estos resplandores de grande y en ninguno fue inferior a los demás. Su virtud, émula de los Antonios e Hilariones, le hizo reparador de los yermos y en ellos renovó las virtudes y maravillas de nuestros antiguos padres. Escribió más libros que ninguno de los Descalzos que alcanzó. Y en el provecho, gravedad de ellos y varia erudición, si no es el primero, no es el segundo. Dilató la Orden no fundándola dos o tres conventos, sino tres provincias en Francia, Flandes y Alemania, demás de otras conventos que en España la fundó. En el gobierno pocos le igualaron, porque su capacidad, su condición, sabiduría y experiencias, le pusieron sobre muchos, porcuyas prendas y calidades, monjas y frailes, propios y extraños, naturales y extranjeros, en España, Italia, Francia, Flandcs y Alemania, son lenguas de sus loores. Y si Polonia, Persia, Goa y la Abasia (¿Abisinia?) no le vieron, gozaron de sus frutos, ya en los misiones que allí se hicieron, alentadas y decretadas por su consejo y dirección, ya en los libros que imprimió, de que se valen hoy sus operarios. Para noticia de todos se han recogido gravissimas relaciones de diferentes Provincias, de las quales en este año de 1627 a que llegamos, procuraremos componer (y ojalá que felizmente) la suya.
2. Nació este singular varón el año de 1564 en Baeza, Ciudad noble y antigua en el Obispado de Jaén a donde fueron sus padres Baltasar de Avila, y Doña Teresa de Herrera, a quien dieron renombre de Reyna su condición Real, y singular hermosura, que conservó hasta sus posteros años. No igualó su hazienda con su nobleza antigua, y conocida, pero su Christiandad fue tal, que pudiera añadir nuevos resplandores a las primeras de España, y el govierno de su casa tan prudente, que sustentó muchos hijos, y gastos, como si les sobrara la hazienda. Por esto se la dio Dios muy crecida en los hijos, que se la entraron en casa a montones, ganada con tales méritos, que merecieron ser el espejo, y honor de su República. Martín, Francisco y Rodrigo fueron Priores de los Prioratos más ricos del Obispado, Doctores de esta Universidad, Catedráticos, Rectores y columnas firmes de ella; y el segundo, después de leer la Cátedra de Prima más de veinte años, y ser Patrón de las Escuelas, juntó una copiosa librería, que dejó a nuestro Colegio. El cuarto fue Alonso, que siguiendo la Jurisprudencia en la Real Chancillería de Granada, se hizo en ella famoso, cuya hija, casando en aquella ciudad con don Baltasar de Vivero, dejó noble sucesión. Tales fueron los hermanos de Díaz Sanchez de Avila, que aísi le llamaron en la Pila a nuestro Tomás: de suerte, que nació rodeado de sabiduria, y valor, porque fue el tercero de su Casa.
3. En los primeros años descubrió que le criaba la Sabiduría para Maestro, porque primero aprendió a leer, que a hablar; y quando apenas sabia andar, escrivía con destreza. Quando se graduó de Bachiller en Artes (después de aver pasado su Curso con tanta velocidad, que parecía aver juntado el fin con el principio) fue necesario hazerle unos zapatos de muchos corchos para que alcanzara a sentarse en la piedra. Entró en la Teología, y a pocos passos dexó atrás á los que le iban muy adelante, con gusto de ellos, viendo que les arrebataba el palio Díaz Sánchez, querido de todos, y en el aprecio de todos el más digno. Con estos dotes naturales ni cabía en su casa, ni en su Obispado, aunque tenía muy ciertos los premios de letras, que en él hay, ni en el Reyno, ni dentro de su corazón, porque el Señor, que lo llevaba a donde ni él quería, ni sabía por entonces, todo se lo apocaba, dejandole en el alma semilla de mayores pensamientos. Con los de Jurisconsulto, a que le aficionaban su gran prudencia, y equidad, pasó a Salamanca el año de 1583. En ella fue admirado de sus condiscípulos, estimado de sus Maestros, buscado de los hijos de los seniores, pretensores de su amistad, y cercado de la Nobleza de España.
Era de rostro agradable, como hijo de madre, realzado, de suave gravedad, de conversacion discreta, de costumbres suaves y y trato decente y vivo en los dichos, y sales, entretenido con decencia en las conversaciones; prudente en los consejos, de que aquella edad, y vida necesitan. Unos le prometían cátedras, otros le aseguraban plazas, y a él le parecía todo poco, sín saber porqué.
4. Cobró grande amistad con el Maestro Céspedes, natural de Granada, Mercurio entonces de Salamanca, de cuya peregrina erudición en letras humanas, y suave lengua colgaba la flor de aquella Universidad, y eran cadenas de oro sus palabras. Un día, entre otros, tratando de los libros que más puramente hablan la lengua Española, le alabó Céspedes los de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, diciéndole quan sin arte vencía en el lenguaje, y adornos de él quanto los Griegos, y Latinos con estudio y sudor avían inventado: Tal juizio hizó aquel eminente Maestro de los libros de esta eminentísima Doctora. Goloso de este cebo, buscó sus Obras, y hallándolas manuscriptas, porque aun no se avían impresso, de manera le cautivó la pureza del lenguage Español, la viveza de las comparaciones, la discreción en el razonar, la fuerza en mover los afectos, la propiedad de los atributos, la gala de las metaforas, y alma de las sentencias, con que sin pensar se halló cautivo, y en cadenas, y queriéndolas romper, solicitado de sus esperanzas, no pudo; porque eran voluntarias. Buscóse, y no se halló, fino en su lugar un Carmelita Descalzo, hijo de Santa Teresa, y trató de reducirse a su gremio.
5. Aunque esta resolución avía sido firme, no tan prompta, que saliesse de lo secreto de su corazón, hasta que viendo a su amigo Don Fernando del Pulgar y Sandoval (en el Habito Fray Francisco de Santa María) huir del siglo un mes después, que fue a los principios de Abril de 1586, siguió sus pasos, con admiración de la Escuela. Llevaronle al Noviciado de Valladolid, donde aquel gran Padre Fray Blas de San Alberto estaba por Maestro de Novicios. Eran a la sazon más de treinta, y quando entró Fray Tomás (que así se quiso llamar, por devoción al de Aquino) no quedó más que uno; porque era el corazón de todos. Estimábanle, amabanle, y más él, que tenía mayor talento y mejor sabía ponderar mucho que en aquel sugeto se encerraba. Para esto no era necesario hablarle, sino verle, porque en todo su persona representaba prudencia, devoción, humildad, agrado, y rara sencillez, no para ignorar el mal, sino para distinguir el bien de su contrario, sin necesidad de las cabilaciones, que otros llaman prudencias. Aunque su delicada complexión no le ayudaba mucho a los rigores de ayunos, silicios, y vigilias, lo compensaba en humildad, obediencia, silencio, y oración, con que se singularizaba entre todos, y en lo demás se arrojaba sobre sus fuerzas, porque las fortalecía con el fervor del espíritu.
6. El Maestro, que luego conoció que avía recibido un grande estrivo de su Religión, aunque con sagacidad, le trataba en lo publico como a todos, humillándole, y enseñándole a ser niño, y riñéndole, y castigándole con severidad las sombras de faltas, e imperfecciones; en lo oculto lo tenía por ayudante,y consejero, porque su desengaño, y muchas letras ya le avían graduado en la Escuela espiritual, y así eran sus resoluciones, y consejos prudentíssimos. No los gozaba solo el Noviciado, sino el Convento también, porque el Padre Fray Gregorio Nacianceno, a quien llamaron el Prudente, porque lo fue mucho, siendo entonces Definidor y Vicario Provincial, apenas se apartaba de su lado, confesando con esta acción lo mucho que esperaba del Novicio. Avíale encargado la Religión a él, y al Padre Fray Luis de San Gerónimo, Prior de aquel Convento, hiziesen un Ordinario, para govierno del Coro, Altar, Oficinas, y exercicios Conventuales; y como las continuas ocupaciones no les permitiesen trabajar en esta obra, conociendo la capacidad de Fray Tomás, se la encomendaron, aún no aviendo entonces prosesado: aunque estrañó la resolución, abrazándola por obediencia, pidió que le trajesen los Ordinarios de las Religiones, los Ceremoniales antiguos, y modernos de la Iglesia, los Derechos, y Autores que tratan de las costumbres antiguas Eclesiasticas, y haziendo la idea de toda la obra, en poco mas de tres meses sacó la mas acertada, mas sazonada, y discreta, que en la  materia se avía visto; y comprobólo el efecto, porque después de impreso fue buscado , y celebrado nuestro Ordinario de las Religiones más curiosas, y aunque se ha dejado mucho de él, por seguir las nuevas Ordenes Romanas, hasta oy dura su memoria en la Religión, y conocidala capacidad del Padre Fray Tomás; que desde d Noviciado supo sacar obras tan perfectas.

CAPITULO II

 Después de profeso lee Teología en Sevilla, y Alcalá, idea y practica la vida de los Desiertos y pasa a ser Prior de Zaragoza

1. Cumplido el año del Noviciado, por Abril de 1587, hizo su Profesion en manos del Padre Fray Gerónimo Gracián, Vicario Provincial de Portugal, a tiempo que se celebraba en aquella Casa Capítulo, con que pudieron los Prelados dar el parabién del nuevo hijo a la Religión, y prometerle lo mucho que la avía de beneficiar, después con sus talentos. No queriendo que estuviessen ociosos el Padre Fray Gregorio Nacianceno, Vicario Provincial, que entró a ser de la Provincia de Sevilla, y Portugal, negoció después de dos años que asistió en aquel Convento por Maestro de Estudiantes, y averle ordenado de Sacerdote, que pasase a Sevilla leer la Teología Escolástica. El temple húmedo, y calido de aquella Ciudad, no le era favorable, y así le gastó el calor natural, le quito el sueño, le acabó las fuerzas, que pareció avía de ser de mas estorvo en la Religión, que de provecho. No obstante su indisposición, su afición a los libros, y a la obligación, de suerte le animaba, que de su falta de salud hazía medio para darse mas a las letras. Como no dormía de noche, velaba en oración, y en discursos de importancia. Tenía casi siempre cerca de si luz, tinta, y pluma, y tomando el sueño á sorbos, á la mañana tenía más trabajado, que si fuera muy entera su salud. Tuvo siempre pensamientos de provecho, y así eligió las materias que avían de darlo a la Religión, y sobre su ordinaria lectura, hizo el primer borrador de los Comentarios a la Regla de San Alberto, y otras obras de igual erudición, que importancia.
2. Como no medía el poder de Dios con sus fuerzas, acometía grandes cosas con el deseo: una fue, resucitar en la Religión el espíritu de vida Eremítica, en que nuestro Padre San Elías la engendró, y la reengendró nuestra Madre Santa Teresa. Llevado de este pensamiento, en que sentía gusto, y utilidad, se entretenía en leerlas alabanzas de la vida solitaria, las Reglas de los Ermitaños antiguos, y Constituciones de la Camandula; y sacando de su consideracion, que hazer del todo Eremítica la Religión, que ya era Mendicante, no le era conveniente, ni aún poísible, procuró abrazar estas dos vidas, y hermanarlas de suerte, que una fuesse ayuda de la otra, para que así como la mar, y la tierra truecan sus ganancias con crecidos logros de ambas, así la vida Cenobial de los Conventos, y la Eremítica de los desiertos, trocasen los suyos, como San Gregorio Nacianceno dice averlo hecho el gran Basilio quando redujó a mas conveniente modo los Ermitaños del Ponto; y con los hijos de San Benito, San Romualdo también en su Camandula. Con este intento, como si ya tuviera las manos en la obra (tal es el animo de los que fundan en Dios sus esperanzas) hizo un bien pensado papel, en que mostraba, que siendo nuestra Religión por nacimiento Eremítica, como también nuestra Regla lo es, no era justo, ni honroso privarla de el derecho de Ermitaña, a título de Mendicante, que pudiendose juntar las dos vidas en una, resultaba en los Prelados estrecha obligación de hacerlo, en que discurría muy sabia, y prudentemente. De aquí pasó a señalar el modo de esta concordia (que es el que ya está en uso) respondiendo ultimamente, y allanando las dificultades, que así en la teórica, como en la práctica se le ofrecían, y que son inevitables en semejantes assumptos.

3. Aunque el Señor, que avia plantado esta semilla en su animo, le espoleaba, también le detenía el verse solo en la pretension, y assi olvidando entonces el papel, dexó a su Magested que le diesse el aumento que sus fuerzas no podían. No tardó mucho, porque hallandose en Sevi­lla con tanta falta de salud, passó a los fines del año de 91. á Alcalá con su oficio de Lector, y Vice-Rector de aquella Casa. Llegando pocos dias después el papel á manos del Pa­dre Redor Fray Juan de Jesús, y él leidole con gusto, de suerte le llenó, que añadió nuevas brasas al fuego del Padre Fray Tomás, para que lo comúnicasse con algunos Religiosos graves, ofreciendo su intercession con los Prelados. Sintiendo en todos calor, lo trató con el Vicario Ge­neral, de quien fue tan bien reci­bido , que ordenó se tratasse luego de la execución, buscando sitio que fuesse más conveniente. Hallóse en el que llaman de Bolarque, en las vertientes del Tajo, no lejos de Almonacid de Zurita, encomendando al Padre Fray Tomás la disposicion, y el executarla al Padre Fray Alonso de Jesús María, que después fue dos vezes General, se tomó la posesión  y comenzó la fabrica con la p0breza y fervor, y providencias del Señor, que en el Tomo segundo de esta Obra se dixo. Quedó el Padre Fray Alonso por primer Prelado por aver de bolver el Padre Fray Tomás á continuar su lectura; mas porque era el primero, y principal Autor, di­xo la primera Missa, y quedó funda­da la primera Casa de Desierto en nuestra Descalcez ,que después han imitado las demás Provincias, confesando todas al Padre Fray Tomás por Autor de la vida Eremítica, y verdaderamente Angélica, que en ellos Conventos de soledad practican nuestros Descalzos.
4. Vuelto á Alcalá, bolvió con él la vidal del Colegio, porque su vista, su conversacion, y exemplo, á todos la comunicaba. Teníales robados los corazones de suerte, que no sabian apartarse de él, ni les dexaban apartar sus conocidos provechos. El verle era consuelo, el oírle satisfacción, el comunicarle espíritu, y él tan ajuílado al de la Comunidad, que como maná satisfacía á todos, y á cada uno. Con los favores del me­jor temple, lo era ya su salud, y aviendo dexado los reparos de ropa ,y comida, que usaba por falta de ella, se acomodó en todo al común, como siempre havía deseado. El exemplo que dio en todas las virtudes, sin ser pesado en su práctica, no acaban de ponderar los testigos de aquel tiem­po. Nunca le hizo dificultad acción humilde, antes las buscaba, y se valía de sus letras para su mayor humil­dad: el retiro de la celda era como de quien conocía lo embarazosas que son las criaturas al varón contem­plativo : en ella no tenía rato ocioso, porque ya escriviendo, ya orando, enriquecía a sí, y a otros de enseñanza: con no estár sin ocupación, siempre que alguno lo necessitaba le hallaba desocupado, y era notable el amor, y la solicitud con que lo consolaba, y recibía. Quien solamente le halló aspero fueron sus propios sentidos, á quienes traía tan refrenados, que no les permitía que entrassen en su corazón, ó le turbassen: en sus palabras, como en todas sus acciones,era purissimo,y ningu­na salía de su boca, que no ordenare á mejorar el alma, o a algún fin santo, y honesto. En la pobreza, assi en su persona, como en su celda, y alhajas, fue tan estremado, que la tenía por su tesoro, y poniendo en ella el corazón, le vieron algunas vezes absorto y como elevado, mirando una imagen de el Archipobre , y Seráfico Padre San Francisco, que le aviva­ba la que avía tenido Christo, su Maestro en el Pesebre, y la Cruz.
5. Hallando en esta ocupación hasta el año de 1594, en que trabajó, entre otras obras, algunas materias Escolásticas, que después mejoró , y oy possee en Roma el Convento de la Escala, trató el Difinitorio de embiar Prelado al nuevo Convento de Zaragoza , porque el Padre Provincial Fray Alonso de los Angeles, que un mes antes le avía fundado, passaba á visitar los demás de su Provincia: Fundación en tan ilustre Ciudad, pedia un sugeto grande, y embiaron al Padre Fray Tomás, fiando de su capacidad, letras, y cortesía el credito de su Religión, y el deseo de gozarla que tenían otras Ciudades de aquel Reyno. Entro (dice nuestro muy Reverendo Padre Fray Estevan de San Jofeph, General de la Ordenm en la deposición,que hizo del Padre Fray Tomás) con grande opinión de santidad, y letras, y esta fue creciendo cada día al passo que le fueron tratando, y conociendo i porque el exemplo y obfervancia, recogimiento, y pobreza que professaba, causó tanta admiración en aquella gran Ciudad, que lo miraban como a persona celestial, y venida del otro mundo i y de tal manera plantó este su buen efpíritu en aquella Casa, que hasta oy se continua en la opinión y en el hecho; y puedo yo hazer buen testigo de ello, por avía sido allí y en aquel tiempo su Novicio y recibido la Profeción de su mano.
6 Tuvo este Venerable Padre (segun en la fundación de esta Convento se se ápuntó) entre otros dones del Cielo uno muy singular, y ma­yor que otro alguno de su tiempo, que le hazia señor de los corazones de grande esfera, y capacidad, que con Arzobispos, Cardenales, Prin­cipes, Reyes y Pontífices le hizo sobremanera acepto, y en Zaragoza assi le acompañó, que le hizo como dueño absoluto de todo lo noble, y grande. El Arzobispo, el Virrey, los Magistrados, Titulos, y Cavalleros, tenían el consuelo en sus visitas, por­que su discreción, su talento , su espíritu era un hechizo sabroso, que le grangeaba la possessión, y era tan señor de sus voluntades, como de sus arcas, y tesoros. Vióse efto en lo que le ayudaron á la fabrica del Convento, y al sustento de sus Conven­tuales, pues como nota el muy doctó Padre Fray Diego Murillo en la Historia de aquella Ciudad, entran­do el Venerable Prior, y hallándo­los desacomodados, con solas las limosnas de los fieles compró sitio, y en poco más de un año estuvo per­fectamente acabado aquel Conven­to, y lo dexó para después con muchas comodidades. Eran tantos los regalos que le embiaban, que temien­do en ellos se abría puerta á la rela­xación , se los volvia á los mismos bienhechores. Cayendo casi todos enfermos , vinieron á servirles las personas mas nobles de la Ciudad, y fue tanto lo que cargaron la Casa de regalos, que después de gastar tres meses que duraron las enfermeda­des, se hallaron arcas de sobra, y dispuso el Padre Fray Tomás se llevassen al Hospital, y diessen á los enfermos. Sentía más el santo varón esta abundancia, que pudiera en otros la pobreza, y assi solía decir, que te­mía no se perdiesse aquella Casa por la sobrada abundancia de lo tempo­ral. Confirmó el dicho con el exemplo, pues como una tarde a la hora de cenarle tardasse el Hermano que traía el pan de limosna, no quiso que aguardassc la Comunidad, antes lleno de alegría de que se ofreciesse aquella ocasión, entró con los demás al Refectorio, y echada la bendición á la mesa, y oido un rato de lección, sin comer bocado se levantó como de una mesa explendida. Dadas las gracias vino el pan, pero no quiso que la Comunidad bolviesse al Refectorio, porque no pareciesse necessidad lo que era gusto, ni los Religiosos quisieron , movidos de la mortificación, y exemplo de su abstinencia.
7. En la fabrica interior no fue menos industrioso, y vigilantre. Co­mo era aquella Casa la primera en Aragón, y desde su fundación co­menzó a ser de Noviciado, sentó con su exemplo y enseñanza tan al­ta perfección, que conmovió en ad­miración a toda la Ciudad, y no pa­recía (dice un testigo grave ) que tenía hombres, sino Angeles por subditos. Con su gran prudencia, singular agrado, ternura en la Oración; fervor en el Coro, aliento en la peni­tencia i aprecio de las cosas de Reli­gión, y singulár magisterio en governar almas, atraía a quantas comuni­caba con grande aprovechamiento. Añadióse a la fama que le seguiade docto, la experiencia, porque mostrando, assi en los Sermones, como en los argumentos (que entonces no se avía hecho la Constitución que en publico los prohíbe) que era no me­nos santo, que docto, le consultaba todos los Estados, y Tribunales, y comunmente le llamaban el Mozo sabio, porque el ser lampiño de cara le hazia parecer de poca edad, aun­que de muchos años su rara sabiduría. El amor, y estima, que le merecieron estas prendas,  se conoció en una enfermedad grave que tuvo, enbiaronle los señores Arzobispo y Virreyes sus médicos, entró en cuidado la Ciudad, y en tanto los religiosos, que aunque supieron de la bendita Madre Isabel de Santo Domingo, celebre en profesías, y milagros, y Priora entonces de aquella Casa, que no moriría de  aquella enfermedad, porque le guardaba su Magestad para gran obrero de su Viña, uno de ellos, llamado Fray Bernardo de la Madre de Dios, viendole ya deshauciado, y la gran falta que havía de hazer a la Orden, acudió a la oración, y con muchas lágrimas pidió al Señor se sirviesse de recibir su vida por la de su santo Prelado. Viendo  su verdad, admitió la Magestad el deseo, y gozoso con la respuesta, se dispuso (como ya escrivimos en su lugar) murió muy alegre, porque con su muerte alargaba la vida del Venerable Padre.

CAPÍTULO III

 Elígenlo Provincial de Castilla la Vieja, comienza a imprimir algunos libros, y funda el Santo Desierto de Batuecas

1. Aviendo  cumplido su trienio en Zaragoza, el año de 1597, en que nuestro Padre Fray Elías de San Martín celebró Capítulo General intermedio, salió elec­to el Padre Fray Tomás en Provin­cial de Castilla la Vieja, oficio que (contra la repugnancia que a todos tenía ) admitió con gusto, por pagar con nuevos,  y más fervorosos servi­cios el ser Religioso, que en aquella  Provincia recibió. No menos se alegró ella, parque desde que le admitió por hijo, le veneró por Padre; se prometió muchas mejoras, que luego comenzó a experimentar en su govierno. En oficio mayor despidió mayores luzes, y su gran prudencia, discreción, y trato afable, a todos los sujetó primero que el oficio. Mandaba con autoridad no con imperio, y como tenía su voluntad tan sujeta a la razon, todos tenían la razon sujeta a su gusto, y voluntad, declarando (como dice Seneca) que solo puede sujetar a otros dulcemente él que puede sujetarse a si mismo: con que estaban todos en sujeción, y ninguno con violencia. Acudía con amor a sus necesidades, dirigía con prudencia sus acciones, corregía con templanza sus defectos, y con mayor cuidado procuraba establecer la paz entre los mayores y menores, sabiendo que la Comunidad es instrumento, que teniendo las cuerdas disonantes, en vez de lisongear, atormenata los oídos. Tenía para esto un gran socorro de nuestra Madre Santa Teresa, la qual como le traxó a la Religion por medio de la lección de sus libros, y él en sus obras mostraba serle hijo tan fiel, la tenía tan obligada, que afirman graves tesligos, que algunas vezes le fue acompañando visiblemente en los caminos y en los Conventos enseñaba lo que avía de hazer y decir en las visitas.
2. Pero justo es nos diga esto un testigo mayor de toda excepción, y de vista, cómo N. M. R. P. General Fray Juan del Espíritu Santo: En su govierno (dice) juzgué siempre tenía gran prudencia, y suavidad, junta con una muy religiosa entereza; y diciendolo todo en una palabra, concurrían en el las dos partes que el Profeta Rey dice en el Psalmo 24: Dulcis, et rectus Dominus, que son las condiciones que hazen perfecto y cabal a un Legislador, Juez, y Prelado. En la [p. 683] observancia era tan exacto y puntual, que le vi algunas vezes quan­do era Difinidor General y lo mis­mo me dicen hazía siendo Provin­cial que la misma tarde que llega­ba de camino de fuera del Lugar iba tomar diciplina con la Comunidad, escusando este, y otros alivios que por razón del camino pudiera tomar, -y siendo muy parco en los demás que le daban, y por esta razón se usan entre nosotros. Hasta aquí este tan grave, y calificado testigo, y de su dicho se infiere, que siendo dulce y recto, tendría todos los requisi­tos de un perfecto Superior, y sien­do en sí tan sumamente mortificado, y penitente, un exemplar que haría también perfectos a sus súbditos.
3. No contento con procurarlo en sus pláticas, visitas y exortaciones, quiso darles por escri­to su obligación, y los medios con que podían obrarla; para la qual en acabando de dar buelta a los Con­ventos se volvía  al de Salamanca, dónde por la comodidad de tiem­po, libros y consultas, la tuvo para sacar a luz, o limar los que ya tenía trabajados. El primera que impri­mió fue de la Antiguedad y San­tos de la Religión (obra muy importante,  aunque brave), en el qual, con igual claridad que erudición, continuó la linea Profética desde nuestro Padre San Elías, hasta nues­tros tiempos. Aviéndoles enseña­do su origen, y Padres, a quien de­bían imitar, les mostró el camino, que era el cumplimiento de la Re­gla que profesaban, y así impri­mió unos doctos Comentarios a la primitiva de San Alberto Bercelense: obra de las más bien sazonadas, que de nuestra Descalcez han sali­do porque demás de ser muy im­portante para allanar algunas dificultades que avía en su inteligencia,  son las materias tan graves, el metodo tan claro, el estilo tan pro­pio, las resoluciones tan acertadas, que nadie lo ve que no quede con satisfacción, y no venere su gran talento, y juizio, según depone el Padre Fray Francisco de Santa Marría averselo oído decir en Salamanca al Padre Doctor Francisco Surez alabando al Autor con palabras bien ponderativas. A esto se añadió el Compendio de los grado de oración (aunque se imprimió después) recopilado de los Libros de nuestra Madre Santa Teresa, en el qual encadenó sus sentencias y palabras, con no menos dulce, que elegante trabazón, para dar con más facilidad noticia de la materia de oración, que es alma de nuestra Regla.­
4. Entre estos, y otros muchos beneficios, que recibió la Re­ligión de este gran Padre, y siem­pre le agradecerá, fue el aver inven­tado, o restituido las colaciones, que llamamos espirituales. En las recreaciones ordinarias, que depués de comer se permiten a los Religiosos para desahogo del encerra­miento, y silencio de todo el día, acostumbraba el Venerable Padre (cómo tambien otros de los primeros) mezclar con gran prudencia lo dulce con lo útil, para que junta­mente con recrear el cuerpo, tuviese aprovechamiento el alma. No contentandose con solo esto, tra­zó una espiritual conversación, o conferencia en que a la manera de las colaciones antiguas de los Padres podía cada uno decir su parecer respondiendo a lo que se proponía. Unas vezes era la colación de la naturaleza, y obras de las virtudes: de los medios para alcanzarlas: de los remedios para guardarlas, y defenderlas: por el modo con que se avian de exercitar con más [p. 684]  perfección sus actos. Otras de los vicios  opuestos, de sus daños, y hábitos, para conocerlos, y desecharlos del corazón; y a este modo otros asumptos sanos, y espirituales; y diciendo cada uno brevemente lo que Dios les da a entender, discurre luego  el Prelado añadiendo nueva luz, y fuerza a sus dichos, y proposiciones, con que salen los Religiosos de su recreación instruidos, devotos, y aprovechados. Este exercicio santo, que avía comenzado nuestro Padre San Juan de la Cruz en Duruelo, y las rebueltas de aquellos primeros tiempos lo avían llegado a desmayar, nuestro Padre Fray Tomás lo bolvió a alentar en este de su Provincialato. Parecia tan bien en su Provincia, y después en las demás, que en el Capítulo General siguiente lo propusó,  y se admtió por ley para toda la Religión, y es una de las que se guardan con más utilidad, y entereza.
5. No satisfecho su espíritu generoso y Eremítico con tantas obras (porque es corto el que con las hechas se satisface) intentó otra mayor, que fue fundar una casa de Desierto en su Provincia. En este asumpto empeñó todos los alientos de du esforzado corazón por las grandes contradiciones que experimentó hasta el efecto; mas porque en el Tomo tercero, dónde se escrivió esta fundación, se refirieron de espacio, remito a aquel lugar a los Lectores, y en este sólo diré el hecho brevísimamente, por no quitar a la corona de esta vida un esmalte tan precioso. Luego que entró en el Oficio concibió esta grande idea, aviendo hallado entonces contradición en algunos del Definitorio, que no querian se multiplicasen las Casas de soledad, pudo tanto con sus razones, que si no sacaron el consentimiento expreso del General, le obligaron al disimulo; con que el Venerable Padre se dió por entendido, y por sí, y por otros comenzó a buscar sitio conveniente, hallandole después de algunos días entre los Montes que llaman de Batuecas, por el Rio de este nombre, que los lava, lo fue a ver el Padre y hallando entre aquella aspereza un Valle amenísimo, y para el intento capaz, dió gracias al Señor y bolvió a Salamanca, y de allí a Alba a negociar con el Duque Don Antonio, Señor de aquella Serranía, le diese aquel Valle para fun­dar su Convento. Concedió el Duque lo que le tocaba con mano liberal, mas por ser Propios de la Alberca, Lugar suyo, y distante de aquel sitio dos leguas, fue necesario su consentimiento. Aquí fue donde el valor, prudencia, y constancia del V. Padre lucieron, luchando con las condiciones de aquella gente, mas aspera que los montes que pisaban; pero el favor del Duque y mañia del Provincial la vencieron, como ya se dixo en su lugar, y comprando el sitio para Convento, y Ermitas en ochocientos ducados, que dió su Excelencia como Principe tan liberal, se tomó la posesión, y dixo la primera Misa a cinco de junio el año de 1599.
6. No pudiendo entonces detenerse mucho a disponer la fabrica del Convento porque lo pedían los demás de su Provincia, llegó el año siguiente, en que acudió al Capítulo General, que se celebraba en Toledo. Entró en él con tanta opinión de docto, de santo, de Prelado prudentísimo, que no pudiendose los votos hermanar porque unos querian General blando, otros muy zeloso, de veinte y un votos que eran, los diez y seis se inclinaron al Venerable Padre Fray Tomás, persuadidos que pondría el oficio en  [p. 685] muy buen temple, pues de tal manera era suave, que no haría licenciosos a los súbditos, y con tanta cordura zeloso, que el yugo de la Religión, antes que intolerable, lo haría blando. Súpolo el desengañado Padre, y con tanta valentía lo resistió, que del todo quitó la esperanza a sus aficionados, de que vendría en la elección, y así huvieron de tomar otro camino. No lo acababan de encontrar los Vocales, porque unos tiraban por el Padre Fray Felipe de Jesús, Socio de Casatilla la Nueva: otros por el Padre Fr. Francisco de la Madre de Dios, Prior de Pamplona; a unos agradaba la afabilidad del primero, a otros la entereza del segundo, e inclinandose a este el Padre Fray Tomás, salió General con once votos, y él llenó el puesto tan a satisfacción, como se dixo en su vida. Estimaba mucho al Padre Fray Tomás, y aunque lo eligió Definidor General, por tenerle a su lado, sabiendo el estado en que estaba la fundación de Batuecas, y que el Venerable Padre tenía su consuelo en la soledad, le dió su licencia y vezes para que la bolviese a governar, y labrada la Casa sentase sus exercicios.
7. Viéndose ya sin el oficio de General, y en su soledad pretendida, comenzó con nuevo calor a disponer el Convento, al modo que San Alberto mandó en la Regla, y usaron nuestros antiguos, que era en celadas apartadas (bien que debaxo de una cerca) y el Oratorio en medio, según que tratando de esta fundación más extensamente diximos. El dinero que pudo acaudalar fue poco; pero tantos los socorros del Señor, que en menos de un año tuvo tan adelantada la obra, que pudo  poner el Santísimo Sacramento en el nuevo Oratorio, o Iglesia, y lo hizo, concurriendo a la dedicación, no solo la gente de la Serranía, y Ciudides circunvecinas, sino los señores Duques de Alba, que hizieron la fiesta más solemne. Dióle por Titular a nuestro Padre San Joseph, su gran devoto, y el Santo ha cuidado, y cuida tan bien de su encomienda, como este caso nos dice, y aseguran otros muchos. Quando se hazia la fábrica, tuvo necesidad el Padre Fray Tomás del favor del Duque de Bejar: fue à hablarle con el Hemano Fray Juan de la Concepación, Procurador de aquel Yermo: quedandose el Compañero un poco atrás vió que se le llegó al Padre Fray Tomás una persona con capa blanca, al modo de Religioso creyendo sería alguno que se le avía juntado en el camino, los dexó ir hablando a solas, y después de un grande rato, vió que el Padre Fray Tomás iba solo, el otro caminante ya no parecía : llegó entonces a él, y preguntóle quien era aquella persona que en el camino encontró, o qué se avía hecho? Y aunque el Venerable Padre se excusó, instó tanto el Compañero conjurandole que no lo descubriese a nadie, le dixo, como aquella persona era su devoto Padre San Jofeph y que avían ido confiriendo las dificultades que se le ofrecian en aquella fundación, y el Santo aseguradole, que siempre  ampararía y miraría por las cosas de Batuecas.
8. Con tal patrocinio, no solo creció el edificio material, y el espiritual, como en su lugar diximos, sino que tambien el Venerable Padre gozó nuevos frutos en su alma. Aunque las fuerzas no le ayudaban era tal su fervor, que en todos los exercicios de virtud se adelantaba macho a sus súbditos. Era el primero en los actos del Coro, y del rigor. Su comida se reducía sólo a un par de huevos, y un poco de pan, y  [p. 686] fruta sola pasaba los Advientos y Quaresmas. La celda era la más estrecha del sitio, y cercana al Santísimo Sacramento del Altar, le servía de Oratorio. Gastaba largas horas en oración, tan suspenso é inmobil, que manifestaba bien quan dulcemente le tenía su Magestad ocupado. Este trato puso en sus manos las llaves de la ciencia, y con ellas trabajó algunos libros de oración, en que era el concurso tan sobrenatural, que dice nuestro Padre General Fray Esteban de San Jofeph, que le ayudaba a escrivirlos: Acerca de los libros que escrivió de contemplation, y demás, tengo para mi que era lo misimo que a él le pasaba por su alma. Sucedía algunas vezes comenzar a escrivir y borrabamos mucho, y entonces me hazía dexar la pluma, y él se ponía en oración en la Comunidad, o a solas, y luego me llamaba, y escrivíamos dos, o tres horas sin parar, y sin borrar letra. Qué mayor indicio de que lo que escrivía se lo dictaba Dios en la oración? De esta oficina salían también sus palabras, con que ya en las conferencias, ya en los Capítulos, hablaba tan altamente de Dios, cóma si el Espíritu Santo le governase la lengua. Con esta luz juntamente se le concedió don de lágrimas, y tan copioso, que afirma el Padre Fray Bartolomé de la Madre de Dios, que en las Misas eran sus ojos dos fuentes todo el tiempo que duraba el decirlas, y dar gracias, con que traía entre día el alma con tal jugo y devoción, cómo quien gozaba de lluvias tan celestiales.
9. No dexaban de participarlas los súbditos, porque muchos notaron que le daba el Señor a conocer sus interiores, y no por indicaciones, sino por la raíz, conocía sus espirituales dolencias. Estando en su celda, sucedió entrar el dicho Padre Fray Bartolomé a pedir algunas cosas o manifestarle su interior, y sin levantar la cabeza, ni mano de lo que escrivía, ni esperar a que él se lo propusiese, le respondía: Vaya, Hermano, y haga esto y esto, tan a propósito de lo que venía a preguntarle, cómo si con los ojos estuviera registrando su interior; y lo mismo también sucedía con los demás; especialmente quando estaban con alguna tentatión, o desconsuelo, que luego se lo conocía sin que ellos lo llegasen a declarar, y llamandolos aparte, los consolaba y mandaba que se fuesen al campo a divertir; y à este modo daba otros alivios, conforme juzgaba que a cada uno le convenía, con que a todos los tenía espirituales, y alegres. Aborrecía sobre manera las lisonjas, y adulaciones (sombras que más que a los cuerpos siguen a las Prelacias) y cómo era tan amigo de la verdad, tenía particular amor a los que le trataban con lisura. Nunca dió por afecto los alivios ni reprehendió por desagrado de las personas; a los que más quería, más mortificaba, pero con tal discreción, que le agradecían por favor las advertencias y las mortificaciones. La principal era, alentarlos en la obediencia, por averla experimentado milagrosa en algunos sucesos que quedan escritos en la fundación de aquella Casa, y aquí añadiremos otro, que no menos confirma lo que merece con Dios un verdadero obediente. Cayó enfermo un Religioso, y de tal suerte perdió la gana de comer, que puso a los demás en cuidado. Preguntóle el Venerable Padre, si se le antojaba, o apetecía alguna cosa. Respondió, que una trucha: Aunque era entonces de noche, mandó al Cocinero que fuese al río, y en una olla cogiese luego una trucha, y se la traxese al enfermo. Obedeció sin replicar, y [p. 687] tan priesto entró la olla en río, cómo en ella una linda trucha, con que volvió al Convento dando él y los demás gracias a Dios por tan amorosa providencia, que mostró bien ser de su mano, así en la presteza con que se cogió, cómo en que comida del enfermo, le volvió la gana de comer, y presto su mejoría.

CAPÍTULO IV

 Vuelve por prior a Batuecas, haze vota a pasar a las misiones, y el Señor le dispone con una visión misteriosa

 [p. 687]
1. Por dar más tiempo a la revisión, y experiencia de las leyes, se detuvo el Capítulo General siguiente, que se avía de celebrar año de 1603, hasta el de 1604, en que el Venerable Padre, que era Difinidor General, también acabó su oficio. Ofrecieronse en el dos cosas, que desazonaron a muchos de los presentes, y entre ellos al Padre Fray Tomás, si no lo descompusieron con el Padre General, se lo hizieron sospechoso: La una fue el asentar las leyes, porque no contento el General con las que hizieron los seis Religiosos que el Pontifice señaló por sus Delegados, alcanzó segundo Breve para disponerlas de otra forma. En algunas de citas to­cantes al govierno, halló de senti­miento contrario al Padre Fray Tomás, y aunque la oposición no pasó de los dictamenes, cómo tal vez el entendimiento suele dar muchos gol­pes en la voluntad, y sacar cente­llas de desamor,  aunque la caridad más las procure apagar, no quedaron los dos tan conformes cómo antes. La segunda fue, pretender el General reducir las Provincias de la Andalucía a una; a que  el zeloso Padre previendo el poco util que le avía de seguir de esta unión, se opusó con tanto valor, que por entonces cesó la pretensión, aunque faltan­do el Padre fray Tomás, descarriados otros a Andaluces, el año de 1610 se bolvió a ella, y se efectuó cómo en su lugar escrivimos. De este principio, que ha sido forzado, sentar para lo que diremos después, se originó el salir el Venerable Padre de actual Capitulo (aunque  electo Prior de Batuecas) ya menos aplaudido que antes, porque no lo era del Padre General; flaqueza ordinaria de nuestro natural, que por la gracia, o desgracia del que manda, suele esti­mar, o desestimar los sugetos.
2.  LIegó a su yermo, agradeci­do al Señor, que le avía desembarazado de negocios, y criaturas, para, que hablandole al corazón en aque­lla soledad gozase más sus fa vores.  Alli oraba, y escrivia, sirviendole la lición [lección] de medio para la oración, y la oración de luz para la pluma, con que pudo trabajar algunas obras de la Teología Mystica , que años des­pués se estamparon. Estando en este sosiego, sin otra imaginación, ni idea, ni dexar salir su pensamiento de la cerca Anacoreta, recibió una carta del Venerable Padre Fray Francisco del Santísimo Sacramento, Lector que avía sido en Alcalá, y en Pastrana Maestro de Novicios, de aventajdo espíritu, y caudal, el qual hallandose en Roma, y uno de los Padres Fundadores de aquella Congregación, y conociendo en el Padre Fray Tomás aventajados talentos para ser columna de ella, le proponía sus lastimas, y necesidades, por falta de sugetos ya hechos; los grandes principios de aquella Congregación, y quan gran lástima sería, que por falta de ayuda se malograsen; y así le rogaba encarecidamente fuese a ayudar a sus Hermanos en esta empresa [p. 688] de tanta gioria de Dios y a repartir con ellos el fruo espiritual de los desiertos. Eran estos empleos muy agenos de los pensamientos del Venerable Padre, y de los que él te­nía por cierto que le agradaban más al Señor; y así después de agradecer cortesmente sus favores, le res­pondió, que su vocación era Eremítica, y a su entender gusto de Dios, que perseverase en ella, por lo qual no la mudaría por su dictamen, o parecer, si su Magestad por la santa Obediencia no le ordenaba otra cosa.
3. Gozoso el Padre Fray Francisco con la respuesta, la leyó a aquel gran Padre Fray Pedro de la Madre de Dios, Predicador entonces de Paulo V., como antes lo avía sido de Clemente VIII., sugeto de suma estimación en su Corte; el qual haziendo el oficio de solicitador de las con­versiones que el Sumo Pontífice le avía encargado, se fue con ella a Su Santidad, y le dixo quan aventaja­do era el Padre Fray Tomás , y quan a propásito para qualquier empleo grande del servicio de Dios, bien, y reducción de las almas, y que al presente se le podían encargar las de Congo, y hazer por allí escala al Preste Juan, Emperador de los Avisinos, Christano, aunque Cismatico. Respondióle su Santidad, que tra­tarte de ello, y dispusiese la materia para su tiempo. Con lo qual el Apostólico varón eserivió otra carta al Pa­dre Fray Tomás, exortándole mu­cho que se encargarse de esta Misión, que tan agradable seria al Señor, y tan crecidos frutos prometía. Quando la recibió el Padre Fray Tomás, mucho más se alexó de esta mudanza, y propósito, así por aver crecido en la estima de la soledad, en que halla­ba tanta utilidad para su alma, cómo porque midiendo sus fuerzas con el cargo, las hallaba muy inferiores, y dificultosa mucho la salida de España, aviendo de ser con gusto de los Prelados, que eran de contrario pa­recer a misiones, por prudentes, y bien consideradas razones que tenían: Con lo qual respondió al Padre Fray Pedro en esta conformidad; rogándole que no le hablase más en este punto.
4. Quedó en esta resolución tan firme, que ni aún la encomendaba al Señor, pareciéndole muy contra su gusto la mudanza: Mas, o sumo poder de la diestra del Excelso! Estando otro dia al pie del Altar para, decir Misa de San Jofeph, su gran Pa­trón, y especialisimo devoto, sintió que en su interior le decían: En esta Misa te dirán lo que has de hazer. Díxola, poniendo en las manos de Dios su ida a Italia, y aunque en la Misa no le dixeron palabra, al fin de ella se sintió tan mudado, como si en lugar de la alma primera le huvieran dado otra con diferentes pensamientos, y empleada del todo en el bien, y conversion de los infieles a la manera (dice en su relación) que si a un hombre que estuviese bueltas las espaldas al Sol llegase otro, y sin sentirlo le bolvieise al Sol la cara en un momento. Gran maravilla le causó tan eficaz, y tan repentina mudanza, sin saber como se avía hecho, y por ella conoció la suprema eficacia de la di­vina gracia para governar las vo­luntades sin quitarles su albedrio, y hazerles que amen lo que antes aborrecían, o que aborrezcan lo que primero amaban, quedándose siempre libres. Veíase sin nuevos motivos; sin más eficaces razones, que las de las cartas, tan ajustado a ellas, como antes estaba adverso, y repugnante; y maravillabase mucho.
5. Con esta resolución mudó la de su primera respuesta, y se ofreció al Venerable Padre Fray Pedro de la Madre de Dios prompta, y descarnadamente para todo quanto el Se­ñor se quisese servir de sus talen­tos. Continuó con él la correspon- [p. 689] dencia, tratando más inmediatamente del modo, y la execucíón. Estudiaba lo que le parecía necesario para entender la tierra y lengua de Congo, y Avisinos, y la maner de confutar sus errores; y cómo creciese cada día en el fervor de este empleo, y por las medras que hallaba en su alma conociese que gustaba el Señor lo prosiguiese, tanto se aferrvorizó, que hizo el voto siguiente, que nos dexó escrito de su mano:
Yo, fray Tomás de Jesús, desconfiado de mis méritos y fiado sólo de la divina misericordia, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, mediante la intercesión de la Virgen Santísima y de mi padre San José, San Pedro y San Pablo y nuestra santa madre Teresa de Jesús, teniendo a Nuestro Señor Jesucristo en mis indignas manos, por sólo su amor y su gloria y bien de las almas, hago voto a Dios Nuestro Señor, en presencia suya y de todos sus ángeles, de emplearme toda mi vida en ayudar, por todos los medios posibles y más conformes a la perfección evangélica (entendiendo ser esto más conforme a la voluntad divina y de mis superiores), a la propagación de la santa fe católica y aumento de la santa Iglesia, procurando como único y particular instituto mío la oración y conversión de todos aquéllos que están fuera de la santa Iglesia, conviene a saber: infieles, herejes, cismáticos, así por palabra como con obra, por mí y por otros si pudiere, y esto sin intermisión hasta la muerte. Iten, de procurar desocuparme de todo aquello que a esto no se ordenare, o lo impidiere, para sólo atender a esto. Este emplearme yo, se entiende mediate o inmediate, en aquello que fuere de más provecho para las almas.

Estas son las palabras formales de su voto. 
6. Estando ya tan determinado, comenzó el Señor a disponerle, y  adiestrarle para las difcultades que después avía de experimentar, y fue con una notable vision que tuvo por este tiempo: Representabasele en sueños las más noches su madre na­tural (que aún era viva ) con un rostro ayrado contra él y que le hazía grandes amenazas; dabale su vista grande pena al Venerable Padre, por ver tan grande enojo en quien amaba, y saber que siendo él a quién su madre más quería, se le representase tan enojada, y tan triste: No dando en la causa por entonces, discurría por algunas, y la que primero se le ofreció fue, presumir de su madre tenía algún pecado grave, pues se le representaba con rostro tan terrible, y espantoso: determinóse a enco­mendarla a Dios, y estando haziendo en la Misa, le dieron en ella a entender, que esta Madre era la Reigión, la qual le sería muy contraria en los intentos, y resolución que avía tomado, cómo se verficó después: pasados algunos días no sólo veía de ordinario a su madre, sino algnas vezes a sus hermanos igualmente ayrados, y tan disgustados contra él, cómo si los tuviera muy ofendi­dos, y por el mismo respecto, que a la madre. Duróle esta visión algunos años antes de salir de España, pero no con tanta Continuación como al principio; y quando ya estuvo en Ita­lia veía a su madre acompañada tam­bién con otra tía del Venerable Pa­dre , y hermana de su madre, Doña Teresa, la qual, aunque avía tenido particular amor al sobrino, se le re­presentaba en esta visión con el mismo enojo y destemplanza. Dióle su Magestad a entender por ella, que le preparase, porque no sóla su amdre, que era la Congregación de Es­paña, y su tía, que era la de Italia, si­no los hijos de una, y otra se le opon­drían con buena intención, y la que en los demás era corona del zelo, en él lo sería de paciencia.
7. Prevenido con estos avisos, [p. 690] no sólo no temía las contradiciones que le avía revelado el Señor, sino que mientras llegaban a executarse las salía a buscar con los deseos, abra­zando gustoso todos los trabajos, di­chos, y contradiciones que se le pudiesen ofrecer, por la conversión de las almas a que con tantos fueron re­dimidas por Christo. Ensayabase en ellos, cómo avisado Capitán, y repi­tiendo el sacrificio, en cada hora, al compás del ensaye crecía el merecimiento.  Con estas ansias deseaba este hijo de Elías, con el zelo de su Pa­dre, salir de las breñas, y soledades de Galaad a los concursos de las Ciu­dades, por divina ordenación, y cómo otro Juan dexar el desierto por buscar almas, y siendo Paulo Ermitaño, convertirse en Pablo Predica­dor, para llevar el nombre de Dios a presencia de las gentes ciegas, y bar­baras. Y a la verdad, quando Dios, o la obediencia llaman, y embian a predicar, ninguno es más a propósito, que el criado en las dificultades, y asperezas del desierto, el experi­mentado en victorias contra el de­monio, y su carne, y el que palpando cada día la fuerza de la oración, tiene con ella armas contra sus enemi­gos invisibles, y visibles, pero el que a si mismo se llama, e inconsideradamente se arroja a estas ocasiones, y peligros, su despeñadero busca.

CAPÍTULO V

 Pasa a Italia, favorécele el Pontifice Paulo Quinto y persiguenle ambas Congregaciónes

1.                   Llegando con esta prepariación al año de 1607. En que a los cinco de Mayo se celebró Capítulo General, y el Venerable Padre acabó el Priorato de Batucas, y salió electo segunda vez Prior de Zaragoza, para que como la primera, con sua grandes prendas le avía dado principio, ahora de nuevo la autorizase. Estos eran los intentos del Capítulo General, pero los de Dios, sacarlo a más publico teatro; y así luego que llegó a su Casa recibió dos Breves de Paulo V que le avía negociado el Venerable Padre Fray Pedro la Madre de Dios; y con ellos también orden del Nuncio, para que con sólo su compañero dispusiese de su partida, y con el Cardenal Melino, que acababa de ser Nuncio en España, y pasaba a Roma con el Embaxador de el Rey de Congo, que venía a pedir Ministros a su Santidad para que confirmasen aquellas gentes, e las convirtisen a la Fe del Evangelio. Conociendo en estos ordenes del Sumo Pontífice el de Dios, luego se puso en camino, acuciado también de que los Prelados de España, dándole a él por autor de esta mudanza, y principio de otras mayores, se lo procuraban impedir. Hizo su viage por la Francia con su compañero Fray Diego de la Encarnación, que tan apostólicamente avía trabajado en las Misiones de Congo, y padeciendo de los Hereges muchos baldones, y peligros de la vida, porque los apedreaban cómo a Papistas, llegaron a Génova, y a pocos días las Galeras del Cardenal, y Embaxador, en cuya compañía pasaron todos a Roma.
2.                  Fue recibido del Venerable Padre Fray Pedro con singulares muestras de alegría , y hallándolo mayor en la experiencia, que en la fama, le refirió al Pontífice la venida del Padre Fray Tomás, sus virtudes, sus letras, y el zelo Apostólico que ardía en él por la salud de las almas. Quiso verle su Santidad, y tratándole algunas vezes, de suerte le robó el corazón, y satisfizo la espe- [s. 691] -ranza de su zelo, que lo detuvo al­gunos días en su Palacio. Ofreciéndo­se en este tiempo pedir el Rey de Congo Ministros Evangélicos, y también el Preste Juan, para la conversión, y redución de sus gentes, se determino el Pontífice a embiarles al Padre Fray Tomás por su Le­gado, y Embaxador, y en su compa­ñía algunos Religiosos de ambas Congregaciones, y aptos para este tan arduo ministerio. Porque no faltasen operarios, trató con el Ve­nerable Padre Fray Pedro de enta­blar una nueva Congregación, distinta de la Española, e Italiana, e independiente de ellas, a la qual pudiesen pasar de una, y otra los Religiosos que tuviesen espíritu de Misiones, y entrar personas segla­res del espíritu, y capacidad que esta empresa requería. Pareció muy bien el arbitrio al Venerable Padre Fray Pedro, y como era tan poderoso con el Pontífice, y todo lo grande de Roma, y el zelo de su santidad tan en beneficio de las almas, vino con facilidad en quanto le propo­nían los Padres, y no solo aprobó este modo de Congregación, sino dio priesa para que buscasen casa, y fuese dentro de Roma, para que a los ojos de su Santidad recibiese mayor crédito, y después la procurasen imitar otros Reynos, y Pro­vincias.
3. Asistía a la sazón en aquella Corte Don Baltasar de Vivero, Cavallero de Granada,  casado con una sobrina del Padre Fray Tomás, y en su cabeza alquiló una casa en Estrada Iulia, cerca de el Palacio del Car­denal Farnesio, en la qual se dispuso un Oratorio, que visitado del Vice­gerente, dió licencia para decir Misa, y poner el Santísimo Sacramen­to, con que quedó fundado el pri­mer Seminario de nuestra Religión, a quien se dio por titular San Pa­blo Apostol especial de las Gentes.
Aprobó su Santidad, así la Congregación, cómo todo lo demás que se avía hecho, con una gravísima Bula, despachada a los veinte y dos de Julio de 1608, que comienza : Onus Pastoralis offici; en la qual, después de alabar a nuestra Descalcez por Madre de hijos aventajados en santidad de vida, en doctrina de las letras sagradas, y zelo de propagar, nuestra Santa Fe, instituye esta nue­va, y tercera Congregación, señalando de las ya fundadas a algunos Religiosos, que deseaban ocuparse en este ministerio. Y porque el govierno de ella avía de estar separado, e independiente de las Congregaciones Española, e Italiana, señala al Padre Fray Tomás por Comisario Ge­neral de la nueva Congregación, con estas singulares palabras: Y para que se mire por el prospero govierno de di­cha Congregación, señalamos, y con el mismo motivo consiituimos por Comisario General de ella al mismo Fray Tomás de Jesús, Religioso Profeso de la nueva Reformación de los Descalzos de la Congregación de España, en cu­ya piedad, prudencia, doctirina, y zelo de Religión, mucho en el Señor confiamos etc.
4.                   Con esta Bula, y aprobación Apostólica se prometía mucha duración, para beneficio de la Iglelia; pe­ro ofreciéronse dos cosas en su prin­cipio, que marchitaron sus esperanzas en flor: Una fue, la muerte intempestiva del Apostólico, y Vene­rable Padre Fray Pedro de la Ma­dre de Dios, que sucedió un mes después, el qual con su autoridad re­batía las contradiciones estrañas, y domesticas. La otra, las graves que de parte de las dos Congregaciones se levantaron contra el Padre Fray Tomás, así por su venida a Italia; cómo por lo que ahora en ella preten­día con este nuevo govierno. La de España tenía mas razón, porque aun­que el Padre Fray Tomás hizo esta [s. 692] mudanza por inspiración de Dios, y orden repetida del Sumo Pontífice, cómo estas revelaciones, y ordenes tan superiores no los manifestó, ni les confiaban a los Prelados de España, justamente se indignaron, y moviéndole nuestro Padre General por las razones comunes, y prudenciales , no pudo dexar de estrañar, que un Religioso, e hijo de su obe­diencia, sin noticia, ni orden suyo se pasase a la Congregación de Ita­lia, dexando la que desde su niñez avía profesado. Con ello se hizo guerra justa de ambas partes, el Padre Fray Tomás siguiendo su voca­ción, y nuestro Padre General de­fendiendo sus derechos. Llegóse a este sentimiento el segundo, porque aviendo el Embaxador de Congo pedido en nombre de su Rey, que los Carmelitas Descalzos de España fuesen a predicar a su Reyno, por el fruto que hizieron otra vez que fue­ron a aquellas partes, lo qual el General, y toda la Congregación lo avía resistido, temía que el Padre Fray Tomás, siguiendo el tenor de la Bula: Totius terrarum Orbis cura, pretendiese lo contrario, y asegurase al Pontífice, que las razones que daban los Españoles no tenían más fundamento, que ser los Superiores de diferente dictamen; para estorvar ambos pretextos, no se contentó con sus cartas, sino las acompañó con otras del Rey, y Duque de Lerma, así para su Santidad, cómo para el Marqués de Aytona, su Embaxador; pidiendo al Sumo Pontífice no encargase a la Congregación de España el cuidado de las Misiones, que no avía profesado, y eran con­trarias a la Profesión que hacian de Religiosos contemplativos; y al Em­bajador, que lo representase así a su Santidad, y pidiera hiziese bolver a España al P. Fr. Tomás, para que así se escusasen los temores, y quexas de ambas Congregaciones.
5. Recibidas del Embajador las cartas, las dio a su Santidad, y en la primera Audiencia hizo los oficios de su comiísion con tanto empeño, que llegó  decir, que el Padre Fray Tomás era un Frayle fugitivo, y que le suplicaba le mandase bolver a la obediencia de sus Prelados, pues se avía venido sin su orden. A esta propuesta respondió su Santidad con mucho enojo, y entereza: Si yo le he mandado venir con repetidos Breves, como se ha venido fugitivo ? Con lo qual quedó el Marqués (según él decía) tan corrido, y con tan diferente concepto del que antes traía, y tan deseoso de conocer  a quien no siete Ciudades (como a Homero) sino dos grandes Congregaciones, y en ellas un Pontífice , y un Rey de España contendían por su posesión, que fue en busca suya; y quedando su Excelencia cautivo de la gran dis­creción, y talento del Padre Fr. To­más, sentó con él, y en adelante conservó una amistad muy estrecha. A este enojo de su Madre, que era la Congregación de España, se añadió el de su Tía, que era la de Italia, pa­ra que se cumpliese la visión que dexamos referida, y se continuaba en este tiempo. El Padre Fray Ferdinando de Santa María ( que por muerte del Venerable Padre Fray Pedro, que era Prepósito General, avía quedado por Vicario de aquella Congregación) luego que supó lo que se trataba, vino a Roma con toda brevedad a procurar impedir­lo: habló al Pontífice, y juntándolos suyos a los sentimientos, y avisos que tenía de España, propuso a su Santidad los graves daños que sucederían a entrambas Congregaciones, si pasaba adelante esta tercera, así por fundarla independiente de ambas, con que para poblarla avían de salir de las dos los mejores sugetos, y los que no lo eran también se podrían inquietar,  y con pretexto de ir a con- [p.693] -vertir almas arriesgarían las pro­pias, cómo porque los Prelados no podían detenerlos en sus Conventros, y con el recelo de que no se fuesen avían de pasar con sus relaxaciones, y los que quisiesen vaguear no podían desear titulo más colorado: Que aunque el cuidado de las Misiones no lo arrostraba la Con­gregación de España, ya la de Italia tenía determinado en su Capítulo, y Su Santidad confirmado en el Bre­ve que comienza: Totius terrarum orbi cura, fundar Seminarios para criar Ministros, que continuasen la Misión de Persia, y las demás que su Beatitud les ordenase, y que pues estos frutos se podían conseguir sin hazer Congregación tan absoluta, e independiente, suplicaba a su Santi­dad se dignase de anular la ya he­cha, de que tantos daños se podían seguir al cuerpo de la Religión.
6. Aunque tantas cartas, tantas súplicas, tantas razones, y quexas te­nían dudoso al Pontífice, no se de­terminó a dexar lo comenzado, has­ta que aviendo conferido el Vicario General con el Padre Fray Tomás el medio que se podía tomar en la materia, de suerte, que ni las Misio­nes se estorvaran, ni fuera su execu­ción con daño, ni disgusto de ambas Congregaciones, se lo propusieron a su Santidad, el qual cómo fuese de su natural blando, y pacífico, y viese que la Congregacion de Italia se encargaba de las Misiones, y ofre­ria hazer Seminarios, dónde se criasen Ministros , y que con esto daba gusto al Rey, y a los Prelados de Es­pañaa, vino en deshazer la Congre­gació, y en revocar el Breve, mandando que el Padre Fray Tomás se quedase en Roma, para que cuidase de la erección, y aumento de los Seminarios, que aquella Congrega­ción prometía. Con esto cesó por esta parte la tormenta, pero toda se recogió contra el Venerable Padre, y por dos años le combatió con des­aforados vientos. Quedaron unos, y otros Superiores tan sentidos de el empeño que emprendió, que con cartas, con dichos, y aún con hechos le dieron mucho en que alegrar su paciencia. Borrado el concepto de las prendas, y virtudes que en el antes veneraban, para nada le hallaban a propósito, con que vino a ser el Frayle más sólo, y despreciado de aquella Comunidad, y aún de la Orden. Al paso de los Prelados andaban también los inferiores (porque el no ser bien visto del que manda, es peste, de quien todos huyen) con que retirado en su celda, ninguno le trataba; ni aún  lo iba a ver, sino un Herma­no Donado, que a escusa de los de más llegaba a su puerta de noche a preguntarle si avía menester alguna cosa.
7. Entre tantas olas de contrariedades lucieron maravillosamente la paciencia, humildad, y resigna­ción del Venerable Padre, sin que le ocasionase ni en el ánimo turba­ción, ni mudanza en el semblante, una tan deshecha borrasca; antes quanto más furiosa le embestía, solía decir con rostro alegre: No pierda yo a Dios, que no ay poder en la naturaleza que me pueda ofender. Mas porque tanta igualdad de ánimo no le pareciese propia, a vezes se retira­ba el Señor, y le dexaba sentir los golpes de las criaturas, y quando con su expericncia conocía venir del Cielo este golpe, bolvia el Señor la hoja, y le daba nuevo esfuerzo. En uno de estos desamparos se lo mostró el Señor en visión a la bendita Madre Ana de San Bartolomé, que es­taba en Francia en la Ciudad de Turs, cuyas son estas palabras: Otra vez, estando en Casa, vi a nuestro Padre Provincial (eralo quando la Venerable Madre escrivió esto ) Fr. Tomás de Jesús, que estaba en Roma; yo no sabía que él estuviese con tra-[p.694] -bajo,  y el Señor me le mostró muy afiligido, que era porque el Papa le avía llamado para que governaseuvn Se­minario que el hazía, para criar al­mas, que fuesen a convertir los infieles y quería su Santidad que fuesen Carmelitas, y la Orden no quería que él fuese, y replicaron a su Santi­dad; yo le vi bien afligido: puseme en oración para encomendarle a Dios y dixome el Señor: No te dé pena, que todo se hará bien, y presto pasará la turbación, y así fue. Así cuidaba el Señor de lo que padecía su siervo, y así se le hazía al Venerable Padre suavísimo el padecer, experimen­tando el amor con que su Magestad lo cuidaba, pues por medio de su Esposa le embia el mismo recado que al Justo por Isaias: Dicite Justo, quoniam bene (Cfr. Is 2. 10): Decid al Justo, que bien le está el padecer, pues quando todos le desmparan, Dios le asiste.
8. Demás del patrocinio interior, le previno el Señor un fuerte escudo en el Sumo Pontífice, con que no le pudieron derribar tantas oposiciones y encuentros. Cobró­le Paulo V tanto amor y repetía tantas vezes lo pagado que estaba de la capacidad y zelo del Padre Fray Tomás, que ni las cartas de España, ni las emulaciones de Italia pudie­ron entibiar su concepto, antes cre­cía más con el trato: porque los Va­rones grandes son cómo los guantes de ambar, que despiden más vivo el olor quanto más se manosean. Por lo qual procuró el Vicario General sa­carlo de Roma, con pretexto hono­rífico, embiándole a Nápoles a leer Teología, a a Genova por Prior de aquel Convento. Escusóse el siervo de Dios, por la desgana que tenía a los oficios. Súpolo el Papa, y algo destemplado mandó a Monseñor Fideli, Vicegerente de Roma, que de su parte dixese al Vicario General: Era su voluntad, que el Padre Fray Tomás en ninguna manera saliese de Roma. Hizolo el Vicegerente, y aña­dió: Este es el recaudo que me ha dado su Santidad, pero yo de oficio digo a V. P., trate de ser muy amigo del Padre Fray Tomás, porque me consta que el Papa le quiere mucho; por el gran concepto que tiene de su talento, y virtud. A esto se añadió el averselo encargado muchas vezes al mismo Vicario General, y dichole (cómo él mismo lo depone) Mirad que os encargo mucho al Padre Fray Tomás, que le traxe yo aquí 9y gustaré tengáis cuidado de su persona.
9.                  Con estos avisos, y juntamente con averlo así experimentado el mismo Vicario General, fue mudando de afecto, e igual mente del concepto que antes tenía; porque aunque al entendimiento sigue la voluntad, muchas vezes por la voluntad se mueven nuestros juizios. Comenzó a tratarlo más de espacio, y a saber de su boca el principio, y fin de su venida. Conociendo por su informe, que sólo avía mirado a la gloria del Señor, y no avía dado paso sin or­den de la Obediencia, convirtió el desagrado en familiaridad, la sequedad en cariño, y valiéndose de la voluntad del Papa, le rogó se quedase en aquella Congregación, pues era hermana de la de Efpaña, tan necesitada entonces de sentejantes sugetos: Ofreciólo el Venerable Padre, y a su tiempo hizo nueva Profesión; para mucha gloria, y aumento de aquella santa Familia. Con esta concordia tuvo más lugar de concluir dos libros, que avía comenzado en tiempo de las contradiciones (tan quieto estaba en ellas cómo esto) y ambos en beneficio de la conversion de las almas; el uno intituló: Stimu lus missionum; y el otro de mayor vo­lumen , Thesuarus Divinae Sapientiae pro salute Omnium gentium procuranda: en el qual descubriendo los errores de los Gentiles, Hereges, [p. 695] Judios, Scismáticos, y dando remedios para su redución, muestra quam conforme al título fue su ingenio, de que ha cogido, y coge la Iglesia abundantísimos frutos: Uno de ellos ha sido averse instituido, por la instrucción que dio al principio del libro tercero, la Congregación de Propaganda Fide, que consta de algunos Cardenales, y otros gravísmos Prelados, toda dedicada al aumento, y extensión de nuestra San­ta Fe.

CAPÍTULO VI

 Embiale el Pontífice a Francía, Flandes y Alemania, con Breves honorificos, e introduce en estos Reynos su Reforma.


1. Y pasado el invierno de la contradición, y gozando ya la primavera pacífica, y favorable, comenzó aquella santa Familia a coger las flores, que en el nuevo hijo  aparecieron. Con el aplauso del Ge­neral, le trataban ya con gusto los Religiosos, y experimentando su agrado, su cortesía, su observancia, de suerte los cautivó, que lloraban el tiempo en que las tuvieron sin estima. El General, sobre darle licen­cia para imprimir, demás de los libros dichos, el de los grados de oración, que sacó de los de nuestra Madre Santa Teresa, no determinaba cosa de su Congregación, sin prime­ro consultarle. Pero qué mucho, que en los negocios mas íntimos de la Iglesia le consultaba su Santidad, y a su exemplo otras personas gravísimas, con que su virtud, y sabiduria se hizieronen aquella Curia venera­bles. Ya en elle tiempo (que eran los fines del año de mil seiscientos y nueve) recibió cartas el Pontífice,  así de algunas personas graves, cómo piadosas de la Francia, que obligada del exempol de nuestras Descalzas Carmelitas, le pedían les embiase Religiosos de su misma Profesión para fundar en aquel Reyno, tan necesitado de reformación, y que tan to­cado estaba de heregías, esperando su mejora de Religiosos tan bien opinados, y ejemplares. En la misma conformidad los pedían para Flandes los Serenísimos Principes Alberto e Isabela, que aviendo llevado a sus Provincias a la Venerable Madre Ana de Jesús, y fundado tres Conventos de Monjas, instaban también por Frayles de su misma Descalcez , sabiendo que las enseñarían mejor los que profesaban su misma Regla, y doctrina.
2. Muy agradables fueron estas cartas a su Santidad, así por la puerta que abrían a la extensión de la Religión, que tanto lugar se avía hecho en su ánimo, cómo para curar las muchas heregías, y errores, que tan combatida traían a la Iglesia. Por lo qual, privandose del gusto, que tenía en que asistieís en Roma el Venerable Padre, se determinó a encargarle esta empresa, sabiendo que en su pecho se hermanaban el zelo de su Religión, y el deseo de la conversión de las almas; y que en él avía capacidad, valor, y letras para salir bien de estos empeños. Propusoselo al Venerable Padre, y hallándole prompto a su obediencia, ordenó el Cardenal Pinel­lo, Protector de la Orden, que con el Prepósito General señalasen los Religiosos, que de Francia, y Flandes pedían, advirtiendo, que el Pa­dre Fray Tomás avía de ir por su Cabeza, y Prelado. Hizolo el Cardenal, y por entrar ya el invierno dexaron para la Primavera de el año siguiente su jornada. En este inter­valo, estando un día hablando con su Santidad, le preguntó: ¿Cómo [p. 696] siendo Español, avía de fundar en Francia? Respondió: Señor, yo no soy Español. Pues de qué Nación? preguntó el Pontífice, admirando la respuesta; a que respondió: Christiano. Admiró, y consideró el dicho su Santidad, y se prometió buen logro de sus deseos, viendo que no le llevaba el ser de esta, o aquella Nación, quanto el ser Ministro de la Iglesia. Para que su viaje fues más feliz, dio el Sumo Pontífice sus Letras comendaticias para Enri­que Quarto, Rey de Francia (por donde quiso su Santidad comenzasen) en las quales, recomendando, y alabando mucho a los Carmeli­tas Descalzos, le pedía los recibiese muy benignamente, prometién­dole de su exemplo, y doctrina gran­des, y crecidos frutos. Este Breve lo insertó mi antecesor en el Tomo primero de esta obra, y también lo dará la de nuestros Padres de Italia, como también la Patente de el Cardenal Protector, en que confirma todo lo que del Venerable Padre avemos dicho.
3.                  Llegada la Primavera del año  mil seiscientos y diez, salió de Roma a los veinte y quatro de el mes de Abril el Venerable Padre Tomás, con tres compañeros, y tomando dos en Genova, y otros dos en Aviñon, llegaron to­dos ocho a París, poco después de la muerte violenta de Enrique Quar­to, Rey de Francia, con que halla­ron toda la Corte llena de tristeza, y lutos. Fueron recibidos de la Reyna Madre, que era la Governadora, con singulares muestras de ale­gría, y leídas las Letras de su San­tidad, les ofreció amparar en la pretensión que traían. Proponiéndo­la al Parlamento, le respondieron sus Ministros no era ocasión de tra­tar, ni introducir nueva Religión en aquel Reyno en tiempo de tan­tas revueltas. No desmayo el animoso Padre, ni con esta respuesta, ni con la contradición que les comen­zaron a hazer los Superiores de la Congregación de el Oratorio, te­miendo que los Frayles les quitarían el govierno de las Monjas, que Cle­mente Octavo les permitió, en tan­to que sus Descalzos fundaban en aquel Reyno; porque a suer de palma, que con el peso se levanta más, así con las contradiciones toma­ba más descuello su corazón, sabiendo por experiencia, que en las empresas de la gloria de Dios, a cada paso encuentran un enemigo.
Habló de nuevo a la Reyna, y al Parlamento, y ayudandose también de los favores de las personas aficionadas que los avían hecho venir, y de el patrocinio de Doña Mar­garita de Valois, hija de el Rey Enrique Segundo, y divorciada de En­rique Quarto, que se les mostró tan madre, que desde que entraron en París los avía sustentado por espacio de dos meses, alcanzó la fundación de su primer Convento. No pudiendo executarla por sí, por llamarlo aprisa de Flandes, la dexó encomendada al Padre Fray Dionisio de la Madre de Dios, Burdegalés , que la executó con mucha brevedad; y esta fue el plantel de tres ilustres Provincias, que oy florecen en aquel Reyno Christianísimo.
4. Partiendose el Venerable Padre Fray Tomás de París con algunos de sus compañeros, llegó a Bruselas a los veinte de el mes de Agosto, donde fue recibido con par­ticular amor de los Señores Archi­duques, de toda su Corte, y más especial de la Venerable Madre Ana de Jesús, y sus Monjas, que tanto los avían deseado. Fue el Venerable Padre a ver al Señor Archiduque, y dióle las Letras de su San­tidad, que su Alteza recibió con mucha estimación, las quales, aun- [p. 697] -que referidas en el Tomo primero de esta Historia, daré traducidas en este lugar, para que se vea lo que estimaba Paulo Quinto a nuestra Descalcez, y en ella al V. P. Fr. Tomás, cuyas virtudes así alaba, y encomienda.

A NUESTRO MUY AMADO HIJO, NOBLE VARON,
Alberto, Archiduque de Austria.,
PAULO PAPA V

A Mado hijo, noble varón, salud, y bendición Apostólica. Mucho nos avemos alegrado en el Señor de saber que tu nobleza desea, que en las Provincias que estan a ellas sujetas sean introducidos los amados hijos nuestros, buenos, y fieles siervos de el Señor, Religiosos Carmelitas Descalzos. Verda­deramente conocemos en este tu loable deseo el zelo de tu nativa piedad, por la qual eres celebrado,  y ciertamente ninguna cosa pudiera imaginarse más a propósito que esta para el reparo de la Religión Católica en estas partes, porque la virtud de estos siervos de Dios, y el Instituto de la Religiosa vida que profesan, es una vigilante guarda, y cuidadosa defensa de la misma Católica Religión,  de tal manera, que no menos con exemplo de vida,  que con doctrina,  y exortación dirigen, y guían los hombres al camino de la salud. Representan ellos en si mismos, y ofrecen a los ojos del mundo una verdadera forma, y perfecta imagen de Christiana caridad, con la qual suave, y fácilmente atraen los ánimos de todos, y los encienden en el divino amor. Por lo qual esperamos (confiados en la bondad Divina) que cómo en todas las partes donde hasta ahora han tenido Monasterios han sido buen olor de Christo, así también lo serán ahora de tal manera, que tu nobleza, y los Pueblos a ti sujetos recibirán de su conversación, y trato gran consolación en el Señor. Aviendo, pues, de ir a estas Provincias de Flandes nuestro amado hijo, y piadoso Sacerdote Fray Toamás de Jesús, Carmelita Desecalzo, con algunos otros de la misma Orden, pa­ra edificar allí Monasterios (según avemos entendido), qusimos embiar a tu nobleza estas nuestras Letras, cómo testigos fieles de el perpetuo amor que les tenemos. Por las quales, con todo afecto de caridad te encomendamos la Or­den de Carmelitas Descalzos, y particularmente la persona del Padre Fray Tomás de Jesús, varón por su piedad, zelo, doctrina, y entereza de vida, muy acepto a nosotros y también las de los Religiosos que lleva consigo, no menos en la semejanza de la Christiana virtud, que en la Profesión del Instituto Religioso, Compañeros suyos. Pedimos, pues, a tu nobleza, que al dicho Pa­dre Fray Tomás, y a sus Socios los favorezcas benignamente en todo lo que fuere necesario, para que la Orden de Carmelitas Descalzos sea introducida en Flandes, lo qual tanto con mayor confianza te pedimos, quanto más ciertos estamos de lo que estimas qualquiera ocasión quesfe ofrezca de servir, y ayudar a la Religión Católica, la qual sin duda ha de recibir grandísimo provecho, y aumento, con la industiria, y diligencia de estos nuestros hijos en estas partes.
Aumente el Señor en ti su santa gracia, y nosotros con grande afecto, y amor bendecimos a tu nobleza. Dadas en Roma en la íglesia de San Pedro, debaxo del Anillo del Pescador, a 10 de Abril del año de 1610 en el quinto de nuestro Pontificado.

Alentada con esta recomendación la piedad de los señores Archiduques, luego trataron de la fundación, y tomando el Venerable         [p. 698] Padre posesión de una Casa, que ya les tenía prevenida, y alhajada la gran Madre Ana de Jesús dándole par Titular a Nuestra Señora de el Carmen, dixo la primera Misa, puso el Santísimo Sacramento el di­cho Padre Fray Tomás, en tanto que se comenzaba el edificio, con particular gusto de los Principes, y aplauso de toda Bruselas. La devo­ción que cobraron a los Religiosos, la estima de su Hábito, el interés de su trato, y enseñanza, le gran­gearon tantos aficionados, que pa­ra el año de 1614 estaban ya acaba­dos el edificio, y la Iglesia, y a los cinco de Octubre le dedicó, y celee­bró la Beatificación de nuestra Santa Madre, acudiendo los señores Archiduques a la fiesta, y aumentado el Venerable Padre la gene­ral devoción con una preciosa reli­quia de la Santa, que dexó en aquel Convento, de muchas que avía lle­vado de España. Luego que entra­ron los Religiosos, los tres Con­ventos de Monjas que avía en Bruselas, en Mons de Henao, y en Lo­bayna, con licencia del Señor Nun­cio dieron la obediencia en manos del Venerable Padre al General de Italia, y quedaron súbditas suyas. Governólas el Padre Fray Tomás, que demàs de ser Prior de Bruse­las, venía por Vicario General de aquellas Casas, y de las demàs que de nuevo se fundasen, con cuyo govierno, no sólo crecieron en nu­mero, sino en la observancia, con tanta edificación de los Fieles como embidia de los demonios, pues cómo diximos en la vida de la Venera­ble Madre Ana de Jesús, siempre que el santo Prior admitia alguno al Há­bita, o se lo daba, hazian tan grande sentimiento, que descargaba su ira en la bendita Madre, parque avía traído a Flandes sus Defcalzos.
5.                  No pudiendo estar ocioso el zelo del Venerable Padre Fray Tomás, en tanto que caminaba el edi­ficio en Bruselas; trató de fundar otro Convento. Puso los ojos en Lobayna así porque ya avía Monjas en aquella Ciudad, y deseaban macho tener Frayles de su Regla, cómo porque el tener tan celebre Universidad le ofrecian crecido número de Novicios para las fundaciones que intentaba. Su fama le firvió de negociación, y la devoción de el Pueblo le facilitó juntamente las licencias del Magistrado, y Arzobispo de Malinas, con las quales a los veinte y nueve dias de el mes de Octubre del año siguiante de mil y seiscientos y once tomó la posesión, y puso el Santísimo Sacramento. Creció después el edificio, y acabada la Iglesia para los veinte y cinco de Abril de mil seiscientos diez y nueve se dedicó con grande solemnidad dándole por Titular a nuestro Padre San Alberto el de Sicilia.
6.                  No aviendo querido la Venerable Madre Ana de Jesús fundar nuevos Monasterios de Monjas, hasta que viniesen sus Descalzos, las pidieron en diferentes Ciudades. Acudió el Venerable Padre a la de Ambers, y para darle feliz principio, traxo de Francia a la bendita Madre Ana de San Bartolomé celeberrima en milagros, y santidad; señalandola por Priora tomaron la posesión a seis de Noviembre de mil seiscientos y doze, que dedicaron a San Joseph, y a nuestra Ma­dre Santa Teresa, que aunque no estaba entonces beatificada , se esperaba que lo estaría presto, cómo de hecho sucedió; y con otras Monjas que vi­nieron de los demás Conventos quedó fundado este, para mucha gloria de Dios, y muro de aquellos Países pues por las oraciones de su santa Prelada fueron defendidas de los Olandeses, una vez la Ciudad, y otra el Castillo.
7. Concluida esta fundación;  [s. 699] bolvió a Bruselas, donde los Señores Archiduques le avían cobrado tanto amor y hazían  tal estimación de su talento, y caudal, que les mereció sus mayores confidencias, especialmente la Señora Infante, que no sólo confería con él las cosas de su alma, sino las más dificultolas de su govierno, y estado. A todo satisfacía el Venerable Padre, porque era de grande capacidad, de prudente consejo, de maduro juicio, de gran latitud de corazón, y de trato, y conversación tan agradable, que tenía en los corazones grande imperio. Juntabase a estos dotes, y al lleno de Teología, y Derechos la grande luz que participaba en la oración, con que sus resoluciones salían acertadísmas. Presto las experimentó el Ilustrísimo Bentibolio, Nuncio de su Santidad, sugeto de los grandes de su tiempo, dignísimo de la Pur­pura, que poco después alcanzó, el qual, conociendo el lleno del Venerable Padre, lo estimó de manera, que no daba paso en su legacía, sin consultarle primero, yendo a visitarle al Convento tres, o quatro vezes en la semana; y esta amistad tan estrecha, cómo también el consuelo de los Señores Archiduques, fueron la causa de detenerle en Flandes tantos años; porque en llegando el tiempo del Capítulo, escrivían a su Santidad mandase a la Religión no ocupasse al Padre Fray Tomás fuera de Flandes, por lo útil, que era en aquellos Países a su Religión, y a la Iglesia, a quienes servía con tanta aceptación, cómo provecho.
8. Luego que llegó a aquellos Estados se comenzó a manifestar el zelo de la Religión Católica, en queardía, y le comía el corazón, y cómo ellos sirven de frontera a las heregías, que miran tan cerca de sus ojos, tuvo muchas ocasiones en que lucir su valor, y entrando en disputa con los Hereges, conseguir de ellos muchas, y grandes victorias. Entre otros, que convirtió, fue muy notable la que hizo en un Herege, que halló en una venta, adónde llegó de camino con su Compañero. Como la heregía es madre de la soberbia, luego que el Luterano vio Religiosos se encaró con el Compañero del Venerable Padre, y le comenzó a poner sus argumentos sofísticos, mofando de nuestra Santa Fe, y aclamando sus errores; mas aunque el Religioso bastantemente le respondía, al Venerable Padre le pareció que no era tan eficaz cómo pedia su zelo, por lo qual, llegándose a la disputa, así deshizo los argumentos al Herege, y le apretó con los suyos, que a pocos lances le hizo conocer, y confesar sus errores, y antes de salir de allí lo agregó a la Iglesia Católica. Otro Herege, que lo parecía ser en su doc­trina, avía impreso unas proporcio­nes tan sospechosas en la Fe, cómo disfrazadas en la apariencia; leíanlas muchos con aplauso, y estimación; pero llegando a manos del Venera­ble Padre, y conociendo lo oculto de su veneno, escrivió contra ellas tan doctamente, que llegando su pare­cer a las Universidades de Lobayna y Colonia, de suerte satisfizo a sus Doctores, que no sólo lo aprobaron, sino que le grangeó tanto crédito al Venerable Padre, que quando lle­gó a sus Ciudades, los más doctos se le daban por Discípulos, con que ganó nueva estimación su Familia.
9. Entrado el año de doze le lle­garon las Letras de su Santidad para el Serenísimo Ferdinando, hermano del Duque de Babiera, y Arzobispo de Colonia, en que le pedía admitiere en su Ciudad a los Camelitas Descalzos; y entre grandes elogios de la Religión, dice del Ve­nerable Padre, que se las avía de dar, estas palabras: Es el dicho Fr. Tomás Varón verdaderamente, cómo en Reli­gión , doctrina y zelo de caridad, [p. 700] así en esfuerzo de ánimo y diligencia en procurar la gloria de Dios, y salud del próximo y muy estimado de nosotros. El rigor del Invierno, en que recibió las cartas, le obligó a diferir para el año siguiente la jornada que hizo, acompañado de un Ministro grave, que le dio el Señor Archidu­que, con cartas de recomendación, para facilitar al Venerable Padre, así la fundación, cómo la buelta. No quiso el Señor, que le saliese tan fácil cómo las antecedentes, porque si bien el Arzobispo Elector dio su li­cencia con gusto, el Magistrado interpuso tantas dificultades, que el Venerable Padre estuvo ya para dexarla. Mas experimentado en que los imposibles se allanan a la ora­ción, acudió a ella, y enseñándole el Señor los medios que avía deponer, los halló tan eficaces, que con ellos consiguió lo que no pudo con los fa­vores que traía prevenidos. Por lo qual, con gusto de los mismos que antes lo repugnaban, este año de de 1613, a los 26 de Enero se hizo la fundación con asistencia del Prin­cipe Ferdinando, y entró nuestra Descalcez con mucho crédito suyo en Alemania. También aumentó Dios el del V. Padre con el don de Pro­fecía, y de milagros. A un Religioso de los, que avía llevado, le profetizó distintamente grandes trabajos, que le prevenía el Señor, y después vio por experiencia. A otro Religioso, grandemente fatigado de dolor de estomago, y pecho, con solo aplicar­le el Santo Christo que traía en el suyo el Venerable Padre, repentina­mente le cesaron. Con no menor maravilla sanó a una muger con de­cirla el Evangelio de San Marcos, de que toda su casa fue testigo, y lo publicó por milagro en la Ciudad, con que crecieron en estimación el Padre, y sus súbditos.

CAPÍTULO VII

 Sirve la Religón en varios oficios, dilata en nuevas fundaciones, y con opinión de santo, y doctíssimo muere en Roma

1. No cesando el fervoroso Padre en la extensión de su Orden, luego que volvió de Colonia deseara ocuparse en algunas fundaciones, que le avían ofrecido. Estorvándoselo por entonces el Capítulo General, que se avía de celebrar en Roma el año de 1614, se par­tió a aquella Corte, y juntamente cartas muy apretadas de los Señores Archiduques y Nuncio de su San­tidad, en que pedían encarecidamente su buelta. Así lo mando el Papa, con que no pudiendo darle oficio mayor, bolvió a ser Prior de Bruselas, y Vicario General de las Casas ya fundadas. La Ciudad de Tornay avía ya pedido Religiosas: y así lle­gando a Flandes, acudió el Venerable Padre a procurar las licencias, y disponer la Casa, dexando en posesión a las Monjas a los seis de Octubre de este año de 1614, y por Vi­caria de la nueva fundación a la Madre Isabél de San Pablo, una de las, que fueron de España. Dixo la pri­mera Misa el Señor Obispo de aque­lla Ciudad, y dándole por Titular a nuestro Padre San Jofeph, dio principio el Convento a su observancia.
2. Esparcida por el País la mucha [fama] de los Religiosos, los desearon en la Ciudad de Duay, celebre por su Academia, en el Obispado de Arras, dónde los Señores Antonio Emunde y su muger Elena Leonora Severi se ofrecieron por Patronos, a [p. 701]
Asegurando, que no avría en la execución embarazo. Hallabase el Ve­nerable Padre algo indispuesto, y dióle el Archiduque una carroza, y al Conde de Vualstines, que le asistiera con cartas suyas para el Magistrado, en recomendación de su persona. Ofrecióse también el Governador a la jornada, y con muchas car­rozas, y aparato la proseguían; en medio de ella, ilustrado del Señor, dixo el Venerable Padre a su compa­ñero Fray Luis de San Francisco: Creo que este ruido, y obstentación, en vez de ayudar, ha de impedir nuestros intentos. Así sucedió, con­tra la esperanza común, porque la Ciudad resistió a la fundación, y respondió, que ella avisaría, y daría la razón al Archiduque, de no poder darle gusto. Mientras el Conde, y el Govemador trataban de reducir a los Ministros, se recogió el Venera­ble Padre, y abriendo el Contemptus mundi, que siempre traía consigo, le­yó en él estas palabras: Hijo, dexame a mi tu causa, que yo la dispondré bien a su tiempo. Así lo hizo, y aviendose buelto a Bruselas con sus acompa­ñados, dispuso el Señor las volunta­des de manera, que dentro de poco tiempo le bolvieron a llamar, y par­tiendo sólo con su compañero, pro­puso su pretensión al Magistrado, el qual no sólo vino con gusto en la fundación, sino que agradecido a su venida, le hizo un cumplido regalo. Eligió sitio, y tomó la posesión, dedicada a nuestro Padre San Joseph, a cinco de Octubre del año de 1615, en las casas del Priorato Aquicintino, del Orden de San Benito, aun­que el año de 1624 lo trasladaron a stio más acomodado los mismos señores Fundadores, y el Venerable Padre de nuevo confirmó en que valen poco los humanos favores, quando Dios no aplica el suyo.
3. En el mismo año fue el Venerable Padre a Herbipoli, Ciud de Alemania, diez jornadas de Bruselas, a tratar con el Obispo de aquella Provincia, que juntamente es Duque de la Franconia, y Principe soberano, una fundación que le pe­día. Aunque consta del camino, no del fruto, ni sé si en él tuvo efecto la fundición de aquel Convento, có­mo ni tampoco la de Inglostadio en el Ducado de Babiera, aunque la deseaban, y procuraban también mu­chos Católicos: lo cierto es , y consta de una carta suya, que a una, y otra Ciudad acudió el Venerable Padre, y si no se hizieron las fundaciones entonces, dispuso los ánimos para que se efectuasen después, cómo en una, y otra parte hoy las gozan. Buelto a Flandes, se la ofrecieron en Lila, Cabeza de la Galia Bélgica, y celebre Emporio en la Dioceis de Tornay, y tomando posesión en las casas del Abad Laudende, del Orden de Cister, se ofreció el Señor Obispo a poner el Santísimo Sacramento día de la Asumpción de la Santísima Virgen, con que a la Iglesia le dio el Venerable Padre por Patro­nos a los gloriosos San Joseph, y Santa Teresa. Cobró el Magistrado tanta devoción a los Religiosos, que graciosamente les compró nuevo si­tio, y más apacible, y el mismo dia de la Asumpción del año de 1623 se hizo la translación con asistencia, también de su Ilustrísima, y gran devoción del Pueblo. No olvidado de la extensión de sus Monjas, el año de 1616, les fundó Convento en Malinas, Cabeza de Su Provincia, adónde llevando Monjas, y por Vi­caria a la gran Madre Leonor de San Bernardo, Española, las dexó en su clausura a los treinta de Octubre, y por tutelares a nuestros Padres San Joseph y Santa Teresa.
4. Concluidas estas fundadciones, bolvió el Venerable Padre a su ocupación, y a disponer su jornada para Roma, dónde el año siguiente [s. 702] de 1617 se avía de celebrar el Ca­pítulo. Huviera en el salido Gene­ral, porque le amaban mucho los Italianos, a no aver prevenido los Señores Archiduques al Papa para que no les privasse la Religión de aquel consuelo. Embió su Santidad recado al Capítulo General, diciendole era justo condescender con la petición de Principes tan Católicos, y aviéndose dividido en él las Provincias de aquella Congregación, el Venerable Padre salió electo en Pro­vincial de las Casas de Flandes, y Alemania, y juntamente Prior de Lobayna, satisfechos los Electores, que tantos oficios eran pequeña ocupación para su mucha prudencia. En este Capítulo, en que le dividieron las Provincias, huvo alguna altercación entre las de Francia, y Flandes, porque cada una quería a San Joseph por Patrón, y los Provinciales eran devotísimos del Santo. Redúxose la competencia a suertes y siempre que las echaron salió el Santo por la de Flandes, con que se persuadieron los demás, que por el Venerable Padre tomaba el Santo la protección de su Provincia, cuyo título dio a casi todos los Conventos, que fundó en ambas Congregaciones.
Vuelto a Flandes, fue recibido de los Principes con singulares caricias; visitó su Convento, y Provincia, y no contento con procurar adel­antar las fundaciones ya hechas; comenzó a disponer otra de Religiosos en Liejar[1], Ciudad que reconoce por Señor al Obispo de este Título, que entonces lo era el Serenísimo Ferdinando, Arzobiapo también de Colonia, el qual agradado de tenerlos por vecinos en esta Ciudad, los admitió en Liejar a 28 de Abril de 1618, quedando por titulares de la fundación San Joseph, y Santa Teresa. Con el mismo patrocinio hizo este mismo año otra fundación de Monj­as a Valencenas, Ciudad muy principal en el Condado de Hannonia a los 13 de Octtubre. Partiendo para Ambers, donde ya tenía otra de Religiosos concertada, y tomando la posesión a los primeros de Mayo, la dedicó también a San Joseph, y el Venerable Padre puso el Santísimo Sacramento. Después se mejoró de sitio, y hoy es de las mejores que tiene aquella grave Provincia.
4.                  Tantos caminos, y fundacio­nes parece que le avían hecho olvi­dar los antiguos deseos de la vida Eremítica y zelo de las Misiones, que antes ardían en su pecho; pero estando en esta ocasión en Flandes, y gastando una noche en oración, dixo a la mañana Misa de su devoto Padre San Joseph, en la qual le re­novó el Señor ambos afectos, y fue conmocion tan eficáz, que le pareció ver muchos Religiosos, que pe­dían ser fundamentos de este espiritual edificio: con que concibiendo firme resolución de fundar una Casa de Desierto en su Provincia, comenzó desde luego a buscar sitio; hallóle después de muchas diligen­cias, y caminos en la selva llamada Marlania, una legua distante de Namur, tan cortado a su deseo, y conforme a su Eremítica profesión, que creyó averselo Dios encaminado; El sitio era amenísimo, y tan poblado de arboles, de fuentes, de montes, de vistas para recrear el natural; cómo solitario, y devoto para orar a Dios en silencio, y en espíritu. Bien lo conoció el demonio y no atrevíendose a acometer al Venerable Padre, se le representó en sueños la noche siguiente a su Compañero Fr. Francisco de Jesús, y de suerte le atormentó, que dió una voz terri­ble, y espantosa, con la qual despertando el siervo de Dios, acudió al ruido, y supo que los demonios le avían querido ahogar, amenazándole que lo harían, si pasaba adelante el intento. Confirmado el Ve- [s. 703] -nerable Padre era gusto de Dios lo que tanto sentía su enemigo, se lo propuso a los Señores Archiduques, y les pidió el sitio necesario para aquella fundación Eremítica. Toda la autoridad que tenía con ellos, y otros señores de su Corte, fue menester para vencer las largas de los Consejos, y dificultades que algu­nos interesados oponían; pero la devoción de sus Altezas fue tal, que no sólo le dieron el sitio, sino quisieron ser sus Fundadores, y que por su cuenta se hiziese toda la obra desde sus primeros cimientos. Tomóse la posesión por Julio de 1619, dándole por Patrón a nuestro Padre San Joseph, y para poner la primera piedra combidó el Venerable Padre a sus Altezas, las quales la pusieron con gran devoción, haziéndo el ofi­cio el Obispo de Namur; y no sólo gastaron todo el día en ver el sitio, sino que dexada la comida de Pala­cio, comieron solamente la pobre que los Religiosos tenían prevenida. Con tales Patronos, y otras limosnas que negoció el Venerable Padre, creció el edificio tan apriesa, que al año y medio estaban acabados la Iglesia, el Convento, las Ermitas y todo debaxo de cerca; con que a los catorce de Septiembre se dedicó, concurriendo muchos señores, y Pueblos en aquella soledad, y sentaron los exercicios eremíticos con general edificación, y confuelo muy especial del Venerable Padre, que tanto le avía costado.
6. Para cumplir el segundo deseo de las Misiones en lo que le era permitido, negoció para la Nación inglesa segunda fundación de Monjas en Ambers, para que en tierra agena tuviesen comodidad de dedicarse a Dios las que no podían en la propia. Tomó la posesión a quatro de Junio de elle año de 1619 y trayen­do Fundadoras de la Religión, después de algunos años dieron la obediencia al Obispo, aunque no consta la causa. Con el mismo zelo el año de 1621 fundó segundo Convento en Lobayna, que fuese Seminario de las Naciones Inglesa, Escocesa, Olandesa, y Alemana, y en él estudiasen los Ministros, que avían de ir a la redución de sus Provin­cias. Hizose la fundación a los catorcc de Septiembre, y nuestros Padres S. Joseph, y Santa Teresa que­daron por sus Patronos. Para que los Religiosos, que pasaban al Desierto, o en él enfermaban, tuvieran dónde recogerse, dispuso el Vene­rable Padre en la misma Ciudad de Namur un Hospicio; pero la piedad de sus moradores interesada en la utilidad de nuestros Religiosos, lo hizo Convento el año de 1622 y tomando el Venerable Padre la posesión a los treinta de Julio, lo dexó de­dicado a San Joseph. No cesando el cuidado, porque no cesaba su amor, comenzó el mismo año la fundación de Monjas en la Ciudad de Gante, que es la primera del Condado de Flandes, la qual executó con la hazienda de quatro Damas de la Señora lnfanta, que quisieron entregarlas al Señor con sus personas; a cuyo Hábito, y Profesión su Alteza asistió tan alegre, cómo embidiosa de su dicha. De esta Ciudad pasó a Dola, que es la segunda de el Condado de Borgoña, dónde dexó Rellgiosos, y al cuidado de su succesor proseguír la obra comenzada, que se hizo dando el Rey nuestro señor graciosamente el sitio del Castillo viejo, con que se dió principio a la fabrica.
7. Todas estas fundaciones negoció, y executó el Venerable Padre en doce años que estuvo en aquellas Provincias (sin otras, que puso en plática, y se concluyeron después), en las quales se vé lo mucho, que le debe la Religión, pues después de nuestra Santa Madre, ninguno de sus hijos la estendió en tantas Pro-[p. 704] -vincias, ni Casas; porque añadidas  a las de Francia, Flandes, y Alema­nia, las de Bolarque, y Batuecas, que hizo en España, con la de Zarago­za, que crió desde su primera cuna, pasaron de veinte y una las de Religiosos, y Monjas, con que dexó aumentada su Orden. Cosas muy sobrenaturales confiesa el mismo Venerable Padre que le acaecieron en ellas, pero aviéndolas ocultado su humildad, como otras muchas de su vida, solamente podemos conjeturar que tuvo de el Señor muchas ayudas de costa, y que fue grande su valor, incansable su paciencia, su industria singular, y el corazón muy de marca en tantos gastos, caminos y ocasones, que avía de allanar, y tantas voluntades, e imposibles, como era forzoso vencer en la fun­dación, no de uno sólo, sino de tantos Conventos, y más en partes don­de la estrañeza de las Naciones (a quien suelen seguir las voluntades) halla montes aun en las mismas lla­nuras; pero armado de la gracia del Señor, y de la luz que en la oración recibía, no sólo fundó tantos Con­ventos, sino puso en ellos la observancia tan entera, como en España la plantaron nuestros primitivos Pa­dres, con que han sido, y son los Carmelitas Descalzos (sea dicho sin emulación) los ojos de aquellas Pro­vincias.
8. Entrando el año de mil seiscientos y veinte y tres, y último del Oficio de provincial, en que su Provincia le avía confirmado, pasó al Capítulo General,que se avía de celebrar en Loan, cerca de Génova. Llegó á el tan lleno de enfermedades, y tan gastado con los cuidados, y caminos de tantos años, que pidió por recompensa le dejasen sin ocupación, pues de justicia lo pedían su edad, y más su aprovechamiento.
Los Prelados por darle gusto, y no privarse de sus talentos, lo eligieron Definidor General, en que sin cura de almas podía beneficiar á la Religión con su consejo, y acertadas experiencias; en cuya ocupación lo conservó quatro años que la vida le duró, aunque muy lleno de achaques. Grandemente sintio Flandes su ausencia, y tuvo razón, porque perdió uno de los mayores hombres, que tenía en aquel tiempo, y en quien sus Pueblos, sus Academias, sus Estrados, sus Obispos, y sus Principes tanto interesaban. En especial la Señora Infante los excedió en el sentimiento por su falta, y dió sus quejas a la Religión, y al Pontífice, de que le huviesen quitado al Padre Fray Tomás, quando estaba tan necesitada de ayuda, y de consuelo. Escrivió una, y muchas vezes al Venerable Padre, así en ordena que volviese, como para comunicarle las cosas de sus Provincias, y esto con tantas circunstancias de fineza, y estimación, que nuestro Padre Gneral Fray Juan del Espíritu Santo (que entoncés estaba en Roma) dice en su deposición estas palabras: cartas en Roma de la dicha Señora Infante, escritas todas de su letra y muy largas, en que le daba cuenta de las cosas de aquellos Estados y la pena y sentimiento que tenía de verle fuera de ellos, rogándole bolviesse lo más presto que pudiesse, y que en orden de esto se hazían diligencias apretadas para conseguirlo, con otras muchas muestras del amor que su Alteza le tenía y estima que de el hazía, que yo me espanté, y sino las viera no las creyera. Así estimaba aquella santa, y discreta Señora a los sugetos doctos, y santos.
9. Deseó la Religión, deseó el Pontífice dar gusto a tan gran Señora, mas la poca salud del Venerable Padre, y los grandes fríos de aquellos Países, les sirvieron a todos de escusa, sólo alegre para el siervo de Dios, que venía huyendo los ho-  [p. 705] -nores. No pudo conseguirlo, psrque el título de Apóstol de Flandes, que tenía grangeado en Roma, las libros impresos, y sus nuevas experiencias, se los hizieron más públicos. Retiróe al Convento de la Escala y viéndose ya libre de governar almas, coma hasta allí avía hecho, puso toda su atención en la propia. Acu­día a todo el rigor de la Comunidad, aún maá de lo que le permitían sus fuerzas, y hecho en el fervor No­vicio, decia con David, que enton­ces comenzba serlo en la Reli­gión. Consultabale toda Roma, sus sentencias eran veneradas en los mayores concursos. El tiempo que le dexaban lo gastaba en la celsa, ya orando, ya escriviendo materias Mysticas, de que ya sólo trataba en estos últimos años, par la razón que en una de sus cartas escrive: En este estudio (dice) tengo un poco de gusto, porque estudiando, oro, y orando aprendo, y estudio; y esto es lo que me entre­tiene y con lo que vivo con alguna satisfacción, hasta que acabado este destierro, lleguemos a beber de la Fuen­te viva.
En esta ocupación gastó el Venerable Padre quatro años, en los quales, sobre lo que padecía, vino a quedar tan tullido con los fríos y destemple que sacó de Flandes, que apenas podía usar de sus miembros, sin grata trabajo, y dolor. Todo lo pasaba con tanta serenidad, y paciencia, con tanta alegría, y paz interior, que a todos maravillaba; y así Prelados, cómo súbditos, acudían a su celda muchas vezes a venerar las virtudes de aquella alma. Avía revelado el Señor en Ambers a la santa Madre Ana de San Bartolomé, y en Ávila a la Venerable Catalina de Christo, la mucha gloria que avía de dar a su siervo, y disponiéndole para ella con las antiguas enfermedades de gota, y compresón de su cuerpo, conoció que ya se le acercaba. Dispusose con muy fervorosos actos, recibió los Santos Sacramentos, y con mucho consuelo suyo, y Ilanto de la Religión, a los veinte y quatro de Mayo de el presente se les fue al Cielo, dexando gran deseo de sí a aquella, y a otras edades.
10. Grandemente sintió su falta aquella Congregación, porque en y sentir de todos fue grandísima, pues confesan en sus dichos quatro Generales de las dos Congregaciones, aver sido en letras, en virtud, en valor, y govierno, de lo mayor que ha tenido la Religión, y de los que más la han ilustrado. Enterraronle con innumerable concurso de aquella gran Ciudad, que le aclamó por varon santo. Pero la Provincia de Flandes, cómo más obligada, por ser hija de los cuidados de este admirable varón, se mostró más tierna, y devota en las demostraciones. Hizole en todos sus Conventos honras solemnissimas, y permitiendo a la obligación algo singular la mnodestia, consintieron los Prelados que en el Convento de el Santo Yermo, que en  aquella Provincia fundó, se pusiese la estatua del Venerable Padre, labrada de piedra, con letrero, que explicase su nombre, y deudas de aquella Casa. Todo se executó, y hecha de figura entera, con los ojos elevados en el Cielo, en una mano dos libros, se colocó con grande consuelo de los Religiosos en la parte siniestra de la puerta que sale al Claustro, y a sus pies la inscripción siguiente:  [p. 706]

D.O.M.
V.P.F. Thomas a Jesu, Hispanus Biacensis,
primus hujus Provinciae Provincialis et Fundator,
Huius et alterius in Hispania Eremorum Author:
Primitivae Carmeli disciplinae propagator,
quis, et quantus S. Theologiae, tam Scholasicae quam Mysticae, et I.V. doctor fuerit,
scripta praebant.
Obiit Romae, Definitor Generalis, 24 maij 1627

11. Por consuelo de su ausencia nos dexó mucha parte de su vida (segun dixo San Enodio) en sus escritos. Fue en su ingenio casi universal la noticia de las ciencias; y si los oficios, y fundaciones no le huvieran estorvado el tiempo, fuera ma­yor el número de sus obras. Por las que hoy gozamos le han dado cumpli­das alabanzas los mayores hombres de su edad, y ninguno le llega a ci­tar, que no lo haga particular estima. El Padre Suarez le nombra Sapientissimo; Fray Manuel Rodríguez, Doctissimo y Religiosissimo ; Prospero Estelario, y Jacobo Saliano, Va­rón en piedad, y sabiduria preclaro, y el Reverendíssimo Bona, que después subió a ser Cardenal, en su libro de Mystica Teología le llamo Segan­do Hierotheo, Maestro de el Divino Areopagita: Audiamus pro omnibus alterum Hierotheum, scilicet, P. Fr. Thomam á Jesus etc. y otros muchos le dan semejantes epítetos, cómo se pueden ver en la Historía de nuestros Padres de Italia, tom. 2. lib. 2. cap. 48. La gravíssima Congregación de Propaganda Fide, agradecida de lo que escrivió para luz de sus Missionarios, aún viviendo le honró con en­carecidos encomios,  y Monseñor Coccino, Auditor, y Decano de la Ro­ta, hombre doctísimo, y uno de los Juezes mas rectos, y Christianos, que se han conocido en aquella Curia, di­xo a nuestro Padre General Fray Juan del Espíritu Santo estas notables pa­labras: Si nuestro Señor el Papa Gregorio XV me mandra hazer una nueva Recopilación de los Derechos y Sacros Cánones, le dixera no se podía tomar dentro de Roma persona mas apta y a propósito que el Padre Fray Tomás de Jesús, Carmelita Descalzo, y esto digo (añadió) casi sin conocerle y por lo mucho que en la explicación, y comento de vuestra Regla muestra de erudición, Jurisprudencia, y Teología. De todas sus Obras se puede decir lo mismo, de las quales, aunque algunas escrivio en Lengua Española; traducidas después a la Latina, las reduxó con las demás a quatro Tomos, y según consta de sus cartas, que entonces escrivió, ya los tenía destinados a la Imprenta. Sus enfermedades, y muerte lo impidieron por entonces, mas ahora los acaba de imprimir en Colonia el muy Reverendo, y docto Padre Fray Pablo de Todos Santos, en dos cuerpos Grandes, que abrazan los quatro Tomos, y yo sólo diré aquí el catalogo que el V. P. Fr. Tomás nos remitió desde Flandes.

PRIMUS TOMUS 

  1. Stimulus Missionum
  2. De conversione omniam gentium procuranda.
  3. Praxis five exercitia viva Fidei.
  4. De virtutibus, Donis, et Beatidtudinibus.

SECUNDUS TOMUS

  1. Commentaria in Regulam primitivam B. V. Mariae de Monte Carmeli. [p. 707] 
  2. Commentaria in cap. Non dicatis, de voto paupertatis. 
  3. De modo visitandi.
  4. Biblioteca Carmelitana.
  5. De Viris illuslríbus Ordinis Carmelitarum, simul cum Apologia pro Joanne Hyerosolimitano.

TERTIUS TOMUS

  1.   Via brevis, et plana orationis et contemplationis.
  2. De orattone divina , sive a Deo infusa. 
  3. De contemplatione divina et supernaturali 
  4.  Regula discernendi gradus perfectionis. 
  5.   Instructio spiritualis exercitiorum vitae Eremiticae.  
  6.  Compendium orationis B. M. N Teresiae. 
  7.  Apologia pro defensione doctrinae B. M. N Teresiae. 
  8. Tractatus de presentia Dei 
  9.  Brevis tractatus de scrupulis. 
  10.  Rethorica spiritualis in concionibus habenda.

QUARTUS TOMUS

  1.  Commentaria in D. Thomam de raptu, extasi, et prophetia. 
  2.  Expositio libri duodecimi D. Augustini super Genesi ad litteram, de visionibus et revelationibus. 
  3.  De erroribus Mysticorum huius et antiqui temporis. 
  4.  Censura Theologiae Germanicae.


[1]Sic! Lieja; Lège!

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